PRIMERA LÍNEA

‘… o democracia’

'… o democracia'
'… o democracia'

Diputados y senadores del PP decidieron días pasados concentrarse ante el Congreso para protestar por esa barbaridad -una más- de la ministra cajera afirmando que los del PP «promueven la cultura de la violación», concepto en realidad acuñado por las feministas en los años 60 del siglo pasado y no por la ONU, en un momento de máxima radicalización hasta el extremo de llegar en los disparatados manifiestos feministas de EEUU a conminar a la mujer a consagrarse al lesbianismo como señal de rechazo a los hombres, al heteropatriarcado en definitiva. Desajustes mentales en almíbar.

Al día siguiente de aquella concentración el diario El País, que como es bien sabido va de BOE oficioso del Gobierno Frankenstein, elevó a los titulares que en la concentración se había colado Vox. A lo que el PP respondió, que los de Vox no habían sido invitados, muestra de su pánico a ser señalados y demonizados por la barbarie que se encarna en la corrección política.

Sí, he dicho barbarie porque define bien el estado de incultura que padece un grupo, la progresía ni más ni menos. A ello responde, sin ir más lejos, que los socialistas con la LOMLOE pretendan que la historia de España comience en el siglo XIX, negando así la existencia de un pasado que nos hizo únicos en el devenir de la humanidad, pero no parece encajar con la esquizofrenia de unos trasnochados que sobreviven por su pericia para la imposición de su relato, que perdida la vigencia de la lucha de clases ahora levanta la pancarta del feminismo radical, de la ecología sacramental, de la defensa del sexo líquido, de la familia igualmente líquida, la negación de toda realidad que no se amolde a su escalofriante polvareda de consignas y la perversa Agenda 2030, con todos toditos sus intereses ocultos.

Como escribía recientemente Luis Ventoso, «unas nuevas seudoreligiones laicas y todo lo que no se atenga a ese catecismo sectario, pues ya saben: es franquismo o caspa o es fascismo. Una izquierda que ha abrazado como sus dogmas el revanchismo guerracivilista, el rencor envidioso hacia quienes prosperan». A lo que debe añadirse, en territorios como Baleares, la imposición de una inmersión lingüista incapaz de reconocer cualquier otra señal de entendimiento para la comunicación.

El PP debería saber a estas alturas que en las elecciones de mayo de 2023 no alcanzará el poder de no contar con el concurso de Vox. En Baleares va a ser un hecho. La izquierda lo sabe y además es consciente de que se trata de una posibilidad muy cierta. Por ello, no cesarán de señalar a Vox como el peligro que se acerca, ¡el fascismo!, y lo que entiendan provechoso para ir a desacreditarles sabiendo además de la cobardía del PP. Cuando lo que Vox está dejando claro es que si no le cuadran los números su misión es cerrarle el paso a la izquierda, impedirle mantenerse en el poder. Prohens carece del carisma de Díaz Ayuso. Entonces debería comprar su mensaje: Sánchez o democracia. Aquí, Armengol o democracia.

El caso reciente ocurrido en La Salle ha arrojado preocupantes titulares. De una parte, Més felicitando a La Salle por expulsar a una treintena de alumnos -menores de edad- por lo natural de exhibir la bandera de España. De la otra, que ERC ha alabado a la profesora Margarita Conejo (cito a Ussía) por exigir quitar la bandera y en consecuencia por su contribución a los países catalanes.

Me niego a creer que la sociedad palmesana no haya captado la maldad de ambos mensajes. Por la insensibilidad de Més hacia los menores y por la prepotencia de ERC (integrada en las candidaturas de Més), jaleando tanta miseria de la profesora de catalán para poner el foco en los menores como únicos causantes del conflicto. Lo triste es que estas andanzas cuentan con el altavoz mediático presto a jalear el ruido de la izquierda. Unos medios locales y da lo mismo el soporte, debidamente apesebrados convirtiendo la defensa de la bandera española en un acto ultraderechista. Como ejemplo, bastará un titular reciente. Conflicto en La Salle: la ultraderecha incendia con tácticas de guerrilla las aulas de Mallorca. ¿Se puede ser más imbécil? Pues sí y lo iremos viendo en los próximos meses.

Imbécil que lo aprendan los progres significa «falto de inteligencia». El reto que el centroderecha debe interiorizar es hacerle caso a Balzac, cuando dice que «un imbécil que no tiene más que una idea en la cabeza (el progre) es más fuerte que un hombre con talento que tiene a millares». Esa es la razón de la corrección política: impedir que descubramos al hombre inteligente.

Es importante recordar que el voto de Més -apenas 45.000 electores, de un censo total de varios cientos de miles- no es suficiente para hundir a Baleares en la deriva que padecemos. Pero su papel de influencers con los socialistas de Armengol ya es otra cosa, jugando a favor de Marga Prohens el hartazgo de la población aunque falte por saber de qué porcentaje hablamos, porque el voto cautivo de la izquierda es todo un clásico al que sumar la política de paguitas y anexos, fiados en la confianza de conseguir el efecto buscado.

Durante la precampaña y campaña electoral el asedio al PP, y por supuesto también a Vox, va a ser permanente y sin duda multiplicado por altavoces mediáticos afines, es decir apagado su sentido crítico con ayudas públicas. Lo que pone en peligro la democracia, al hurtarle a la sociedad el capital humano con vocación de ser notario de la actualidad, que de eso va el papel del periodista: contar la verdad, contar los hechos como realmente son.

La primera enmienda de la Constitución de EEUU aprobada en 1791 prohíbe cualquier ley que reduzca la libertad de expresión y que vulnere la libertad de prensa. Ya en 1776, la Asamblea General de Virginia declaraba: «La libertad de prensa es uno de los grandes baluartes de la libertad. No puede ser restringida sino por gobiernos despóticos». ¿A qué les suena? En efecto, la compra de los medios hasta dejarlos apesebrados. Ahí radica la vileza de los titulares de prensa en relación a lo sucedido en el colegio La Salle.

Defender el Estado de derecho, es decir –aquí- Armengol o democracia, no es asunto menor. Significa revertir políticas que están acabando con el sector primario, ahogando a los autónomos, menospreciando el turismo sin buscarle alternativas a corto plazo porque es el mayor empleador, además de crear una inseguridad jurídica que conduce al empobrecimiento. Lleva el Pacte de Progrés dos legislaturas, consecutivas, con políticas caprichosas y sin abanderar soluciones para el provecho común, salvo mucha ideología.

Lo último. Se ha inaugurado en la Playa de Palma el parque de las Kellys. La izquierda se ha rasgado las vestiduras ante la protesta de Carmen Riu y la han puesto de vuelta y media. Camareras de piso, es lo que se proponía como alternativa, porque convertidas en Kellys (KE LImpian), pasan a ser pancartas reivindicativas interesadas para unos progres que, como siempre, andan corrompiendo cuanto sucede en el caso de beneficiar a sus intereses.

Por algo será que el estreno de Las Kellys en el Teatre Principal de Palma (obra escrita por un afín al PSIB) contase entre los espectadores, ni más ni menos que con Francina Armengol, la presidencia del Consell de Mallorca y la podemita ministra de Trabajo. ¿Alguien da más? ¡Hay que joderse!

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