Ministro, en la Luna y aquí esto es fraude fiscal
Pedro Duque tuvo su primera misión espacial hace 20 años en el transbordador Discovery. Después, en 2003, viajó a bordo de la nave Soyuz TMA a la Estación Espacial Internacional. A partir de ahí, su vida ha estado siempre relacionada con el espacio exterior a tiempo completo, ya sea como docente o investigador. Tras tanto tiempo en las alturas, quizá haya olvidado que, aunque en la Luna o en cualquier otro punto de la Vía Láctea no se pagan impuestos, aquí sí. Es conveniente recordárselo por si, entre viaje y viaje por la estratosfera, de repente se ha olvidado de que los gravámenes sirven para pagar aspectos esenciales de la sociedad como Educación —él es ministro de Ciencia, Innovación y Universidades— Sanidad, Infraestructuras, Dependencia o Pensiones.
Las explicaciones de Pedro Duque sobre las exclusivas de OKDIARIO han sido marcianas. Se ha comportado como una persona sin un sólo argumento verdadero durante toda la rueda de prensa. Carente de razones y con argumentos surrealistas. Sin una réplica convincente a los hechos incontrovertibles que ha destapado este periódico: su chalé de lujo en Jávea y su chalé de 335 metros cuadrados en una de las zonas más elitistas de Madrid están a nombre de una sociedad instrumental para eludir el pago de cuatro impuestos. Una sociedad en la que su mujer, la embajadora en Malta María Consuelo Femenía, es la copropietaria y a través de la cual obtienen notables ventajas fiscales como, por ejemplo, eludir el pago de lo que se denomina como renta presunta en el IRPF así como soslayar el Impuesto de Patrimonio. Tras este caso, lo saben en la Luna y hasta en Marte: este Gobierno es insostenible.
El exministro Màxim Huerta tuvo que dimitir por el mismo motivo: comprar una casa en la playa con una treta defraudadora. Recurso que está totalmente prohibido por ley y que, incluso, ha llevado al principal aliado gubernamental, el podemita Pablo Iglesias, a condenar el comportamiento del ministro socialista recordándole a Pedro Sánchez que «prometió expulsar a quien eludiera impuestos». De hecho, el propio presidente del Gobierno exigió en su momento la dimisión del exfiscal Manuel Moix por ser dueño de una empresa con un chalé en España. No recurriremos, si quiera, al manido —aunque insoslayable— argumento de la escandalosa falta de ética generalizada de un Gobierno que se presentó como «transparente» y «ejemplar». Sólo recordaremos la cita de un extraterrestre universal de la filosofía como fue Séneca: «La mentira es mezquina, si la miras a trasluz se transparenta». Duque debe echarse a un lado y dimitir. No será un gran paso para la humanidad —parafraseando a Neil Armstrong— pero sí una muestra de lo único a lo que aún puede agarrarse: decencia política.
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