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Malas noticias para los conductores: los expertos avisan del un giro radical del precio de la gasolina este verano

Estamos en pleno verano, y seguro que son muchas las familias que preparan sus vacaciones. Es importante que antes de salir, se haga balance de los gastos que vamos a tener y en el caso de viajar con coche, el precio de la gasolina o del diésel, es algo que no podemos pasar por alto, a pesar de que parecía que este año no iba a ser demasiado elevado. Sin embargo, en apenas unos días, las previsiones han cambiado, dando un giro de 180 grados que empieza a notarse en los bolsillos de quienes ya han iniciado su operación salida.

Todo tiene que ver con la situación internacional, ya que aunque no lo parezca nos afecta de forma muy directa con respecto a nuestro bolsillo. Las tensiones en Oriente Medio, con un conflicto creciente entre Israel e Irán, han generado una nueva oleada de incertidumbre que ya está impactando en los coste del petróleo, y por extensión, en el precio de la gasolina y el diésel en nuestro país. Los expertos advierten que esto no es algo pasajero: lo que ahora son pequeños incrementos podrían transformarse en una subida notable en cuestión de semanas. Y aunque estos cambios puedan parecer lejanos o propios de los grandes titulares internacionales, lo cierto es que afectan directamente a quienes están planeando viajar en coche, hacer escapadas de fin de semana o simplemente moverse por su ciudad. Las cifras comienzan a reflejar esta nueva realidad y el temor ahora es que la situación no haga más que empeorar con el paso del verano.

 Los expertos avisan del un giro del precio de la gasolina este verano

El principal desencadenante de esta situación es, como tantas otras veces, la inestabilidad geopolítica. El conflicto entre Israel e Irán ha puesto en jaque la seguridad de infraestructuras clave del sector energético y ha generado un clima de tensión que se deja sentir en todos los mercados. El precio del barril de Brent, el petróleo de referencia en Europa, ha subido en torno a un 7% u 8% en cuestión de días, un aumento que, como es habitual, se traduce rápidamente en encarecimiento del combustible en las estaciones de servicio.

Este tipo de subidas no es inmediato, pero sí constante. De hecho, en España ya se empiezan a notar los primeros efectos: el diésel ha pasado de costar una media de 1,362 euros el litro a 1,392, mientras que la gasolina ha subido de 1,464 a 1,489. Aunque las diferencias puedan parecer pequeñas, el impacto acumulado sobre un depósito lleno , y más aún en en verano cuando puede que hagamos viajes largos,  puede ser considerable.

Lo preocupante es que estas cifras no representan un techo, sino un punto de partida. Como explica Manel Montero, director general del Grupo Moure, especializado en carburantes low cost, el sector energético es extremadamente sensible a cualquier sacudida geopolítica, y las actuales tensiones en Oriente Medio son especialmente significativas. En sus palabras, “la situación está generando un efecto dominó que no solo amenaza la estabilidad política, sino que sacude directamente a la economía global”.

Un aumento que va más allá del carburante

Más allá del impacto directo sobre los precios del carburante, el encarecimiento del petróleo tiene una consecuencia inmediata en otros sectores que dependen del transporte y de la energía para funcionar. El coste del transporte de mercancías aumenta, los productos en los supermercados se encarecen, y muchas pequeñas y medianas empresas se ven obligadas a ajustar sus márgenes o repercutir los costes al consumidor final.

Y aunque parezca una exageración, algunos expertos ya advierten de que esta situación podría estar sembrando el terreno para una nueva ola inflacionaria. En este sentido, Montero advierte que «si los precios energéticos siguen escalando sin control, podríamos ver una aceleración de la inflación en los próximos meses», algo que las economías domésticas notarían en su día a día.

Todo esto, además, en un contexto marcado por políticas de transición energética que, aunque necesarias, están limitando la capacidad de respuesta de los grandes productores de petróleo. Esto deja al mercado más expuesto a los sobresaltos externos y hace que cualquier alteración (como la actual) se note más rápidamente y con mayor intensidad.

Un riesgo mayor: el bloqueo del Estrecho de Ormuz

Uno de los puntos más sensibles en todo este conflicto es el Estrecho de Ormuz, un paso estratégico por el que circula aproximadamente una quinta parte del petróleo que se consume en el mundo. Si el conflicto escala y se produce un cierre o bloqueo en esta zona, los efectos podrían ser devastadores para los precios del crudo a nivel mundial. Este temor no es infundado: ya ha habido precedentes de este tipo de tensiones en el pasado, y los analistas no descartan que vuelva a suceder.

En el peor de los escenarios, podríamos ver precios récord en las gasolineras europeas durante los meses de julio y agosto. Para quienes tienen previsto hacer miles de kilómetros este verano, esto supondría un golpe directo a su presupuesto vacacional. Pero también para quienes no viajan: el alza de precios se contagiaría al transporte público, a las tarifas de reparto y, como consecuencia, a una nueva subida del coste de productos básicos.

El panorama se complica aún más si Estados Unidos decide implicarse directamente en el conflicto, algo que muchos temen podría agravar la tensión en la región y hacer que la situación se prolongue en el tiempo. Un conflicto más largo e intenso significaría más incertidumbre, menos estabilidad y, sobre todo, una factura energética más cara para todos.