Milei debe acelerar las reformas
Javier Milei ha adoptado una serie de medidas económicas nada más hacerse cargo de la presidencia argentina que van en la buena dirección, pues contribuirán a estabilizarla para que, una vez logrado esto, puedan crearse las bases sobre las que crear una buena prosperidad.
La reducción del gasto público es, sin duda, una de las más necesarias. Más allá de reducir asesores y ministerios, que algo de ahorro aporta pero que es más estético que efectivo, al igual que con la eliminación de la publicidad institucional durante un año, lo esencial es el inicio de la reducción de todo tipo de subvenciones. De esa manera, se reducen las subvenciones al transporte, luz, agua y gas a partir del próximo 1 de enero, que reducirá el déficit en siete décimas de PIB. Del mismo modo, la inversión en obra pública se paraliza, anulando las obras que no se hayan iniciado.
Por otra parte, las transferencias a las provincias se reducirán buscando un doble objetivo: reducir el déficit y evitar esas transferencias como un elemento político de transacción que tanto daño han hecho al sistema argentino.
Ese camino basado en la reducción del peso del Estado es donde Argentina puede encontrar el camino hacia la prosperidad. No será rápido y, antes de llegar a ese punto, la situación empeorará por la eliminación del gasto como elemento artificial que sostiene a la economía antes de que ese nuevo impulso de rigor presupuestario permita atraer inversiones para que la economía despegue y se sostenga por sí misma, pero es imprescindible para lograrlo. O se equilibra el presupuesto, se reduce drásticamente el gasto y se rebajan impuestos, aunque los inicios de ello sean duros, o Argentina no podrá despegar.
Junto a ello, ha devaluado el peso un 100%, de manera que ha pasado de 400 pesos por dólar a 800 pesos por dólar, al mismo tiempo que eliminaba trabas a las importaciones. Es obvio que la pretendida dolarización tendrá que esperar a que la economía se estabilice y converja en disciplina hacia la de los Estados Unidos, porque sólo así podría dolarizarse.
Son buenas medidas iniciales, que abren una ventana de esperanza para Argentina, pero Milei debe seguir profundizando en las reformas, no puede quedarse ahí, porque es necesario transformar profundamente la economía argentina, y debe hacerlo de inmediato, sin esperas, porque su oportunidad para transformar el país para impulsar la economía es ahora: cuanto más tiempo tarde, más difícil será lograrlo. Y no debe tener miedo a los sindicatos y a la oposición. Tiene que aguantar las críticas y manifestaciones ante una potencial flexibilización del mercado laboral, una eliminación de subvenciones y un acuerdo con el FMI que es urgente, pero con la determinación de que, por primera vez, Argentina lo cumpla a rajatabla.
Milei debe seguir adelante y no parar, con sensatez, sin frivolidades ni populismos, sino con los buenos fundamentos del liberalismo clásico o europeo, porque se juega todo, Argentina se juega su vuelta o no a la prosperidad perdida hace ochenta años, en los próximos tres meses: es el tiempo en el que debe reformar todo, para que no le pongan trabas. Ojalá que lo consiga.