Se masca la tragedia socialista en Andalucía

El PSOE, a la desesperada, intenta evitar la tragedia andaluza, cuya campaña empieza hoy a rodar bajo la amenaza de que las urnas guillotinen al socialismo. Desde el Gobierno se tira de BOE para anunciar inversiones y planes de empleo en una comunidad donde la izquierda puede sufrir la mayor derrota electoral de la democracia. Los datos que maneja el PSOE son demoledores y el objetivo está, simplemente, en salvar los muebles. O sea, que el candidato de Pedro Sánchez, Juan Espadas, consiga los mismos escaños que logró Susana Díaz en 2018, aunque en aquella ocasión el PSOE fuera la fuerza más votada. Ahora se da por descontado que el socialismo sufrirá la más humillante derrota ante un PP que parte como seguro vencedor, con la única incógnita de si Juanma Moreno obtendrá más votos que toda la izquierda junta.
Cómo será la cosa que el PSOE no tendrá ni director de campaña ni sobre el terreno ni en Ferraz. Nadie ha querido dar el paso y no les ha quedado más remedio que crear una dirección colegiada que decida las acciones a seguir «por consenso». Antaño, habría tortas por dirigir la campaña; hoy nadie quiere salir trasquilado. A Andalucía acudirán los ministros socialistas por orden directa de Sánchez que, sin embargo, no arropará a su candidato en el acto de inicio de campaña y, en función de cómo vayan las encuestas, modulará a conveniencia su participación en la misma. El panorama es desolador, porque todos los sondeos dibujan un escenario trágico para el socialismo. Pedro Sánchez es consciente de que el señalado por una eventual derrota será él. Por mucho que pretenda quitarse del medio, el día después todas las miradas apuntarán a La Moncloa. En eso está el PSOE ahora: en evitar que el previsible batacazo socialista se centre en la figura del presidente del Gobierno. Y es que, si se confirman los pronósticos, será difícil evitar que Sánchez pueda salir indemne de una de las derrotas más humillantes de la historia socialista.
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