Opinión

Lo sabían y ahora se inventan fantasmas

Mientras el Gobierno sigue abrazado a la posibilidad de que el apagón eléctrico que paralizó España el lunes 28 de abril fuera un sabotaje -de un tiempo a esta parte Pedro Sánchez se ha puesto en modo conspiranoico-, nadie ya sustenta la tesis de un ataque. Todo apunta a un fallo del sistema y las miradas se centran en Red Eléctrica, la empresa en que la el Estado tiene un 20% y, en consecuencia, capacidad plena para designar a su máximo responsable, en este caso la ex ministra con Zapatero Beatriz Corredor, que sigue sin hacer autocrítica y se limita a poner en valor lo rápido -más de diez horas- que volvió la luz.

Lo cierto es que cuatro días antes del cero energético, el director de Desarrollo del Sistema de Redeia -matriz de Red Eléctrica- admitió los grandes «retos» que España «tiene por delante» para gestionar su sistema eléctrico, principalmente por la debilidad de las interconexiones con Europa. Un factor crítico ante apagones. Miguel de la Torre, como si presagiara lo que estaba por venir, advirtió de la «importancia de las interconexiones eléctricas» para aportar la «flexibilidad que necesitan los sistemas para integrar la generación renovable». «Pero nos encontramos con proyectos y tramitaciones muy complejos y de costes elevados», admitió en su intervención en la mesa Interconexiones, pilar para la integración y la competitividad europea, organizada por la asociación Diálogo, en Madrid.

No hay que ser muy sagaz para concluir que el Gobierno era consciente de los riesgos de un apagón, pues Red Eléctrica ya había advertido de las amenazas. Hace dos meses, en su último informe anual, admitió el «riesgo a corto plazo» de «desconexiones de generación por la elevada penetración de renovables».

Según el operador del sistema eléctrico español, «el cierre de las centrales de generación convencional, como las de carbón, ciclo combinado y nuclear (consecuencia de requisitos regulatorios), implica una reducción de la potencia firme y las capacidades de balance del sistema eléctrico, así como su fortaleza e inercia». Esto «podría aumentar el riesgo de incidentes operacionales que puedan afectar al suministro y la reputación de la empresa».  Más claro, agua. Lo sabían y ahora se inventan fantasmas.