El insufrible gasto político y burocrático

El insufrible gasto político y burocrático
El insufrible gasto político y burocrático

Dicen todos los estudios demoscópicos, incluso los del inefable Tezanos, que los españoles están muy enfadados con su clase política. Tampoco es necesario acudir a los augures. Es algo que se palpa en la calle, el bar, el metro, los mercados y hasta en los estadios de fútbol.

¿Qué piensan al respecto? Que los políticos les mienten, les engañan -prometen y no dan- y además, que vive opíparamente a costa del contribuyente. Esta es la generalidad a la que, evidentemente, hay que hacer matizaciones. Es lo que hay.

Después de tres años de crisis económica, el Gobierno no ha hecho ni un solo requiebro, ni siquiera populista, de apretarse las tuercas a su modo de vivir para evitar que el gasto por cuenta corriente, es decir el no productivo, siga y siga aumentando. La señora Díaz, ministra de Trabajo y vendida como si se tratara de un auténtico mirlo blanco, aunque en realidad es poca cosa intelectual, a lo más ha decidido prescindir de los 200 kilos de langostinos encargados previamente para su despensa. Lo que no hace, ni hará, es dejar el pisazo que lleva tres años disfrutando de los pobres contribuyentes, y alquilarse un piso de clase media. Pagando su agua, su gas, su luz y su asistenta. ¡Qué va! Prefiere que le saquen los colores en el Parlamento y que todo el pueblo español (ese que vino a salvar) sepa que vive de gorra.

He puesto un ejemplo muy ilustrativo, pero hay centenares de ellos. Las palabras mueven, señor Sánchez, el ejemplo arrastra. De algún ejemplo de austeridad porque de lo contrario se quedará sin nada.

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