Inmigración ilegal, Marruecos y Pegasus

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Sánchez ha enlazado sus larguísimas vacaciones estivales con una gira por Mauritania, Gambia y Senegal, donde dice que va a luchar contra la inmigración ilegal que nos llega a Canarias en pateras; que sería algo parecido a visitar Castilla-La Mancha para proteger nuestras fronteras con Francia y Portugal, ya que entre todos esos países africanos y nuestras islas están el reino de Marruecos y el Sáhara Occidental, controlado de hecho por el país alauita, igual que entre Castilla-La Mancha y nuestros vecinos europeos están Extremadura y Aragón.

Todos sabemos que es Marruecos el único país que tiene la capacidad de llenar España de inmigrantes ilegales, tanto por Canarias como por Ceuta y Melilla, y de hecho todas las crisis migratorias han venido precedidas de algún conflicto político o comercial con nuestro vecino del sur. Cada vez que Marruecos ha querido conseguir algo de España, ha usado la emigración como moneda de cambio y la única forma como hemos sabido parar estas avalanchas ha sido cediendo a sus pretensiones.

Pero por si no fuera suficiente mirar un mapa o utilizar la memoria para saber perfectamente dónde está la clave en la lucha contra la inmigración ilegal, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex), que es el organismo de la Unión Europea encargado de la vigilancia y protección de las fronteras exteriores de la Unión y del espacio Schengen, acaba de emitir un informe en el que advierte a Pedro Sánchez de que su socio Marruecos está detrás del «récord sin precedentes» de la inmigración ilegal. Desde Bruselas recuerdan que la marroquí es una de las principales nacionalidades de quienes llegan a las costas españolas de manera ilegal, representando ya más de un 40%.

En estos días podemos ver en el paseo marítimo de Castillejos, a escasos 7 kilómetros de Ceuta, a miles de jóvenes marroquíes que deambulan esperando una oportunidad de asaltar la frontera en alguna de las sucesivas avalanchas que las autoridades alauitas están consintiendo a través del mar para llegar a la playa de El Tarajal, en Ceuta.

Hace unos días, fuentes policiales de la Comisaría General de Información informaron a OKDIARIO de su preocupación ante el vaciado de cárceles en Marruecos, como consecuencia de que Mohamed VI ha indultado a 30.000 criminales en 5 años, los últimos 2.500 el pasado mes de julio con ocasión de la Fiesta del Trono. «Que un país vecino, cuyos nacionales utilizan a miles vías ilegales aéreas, marítimas y terrestres para entrar en territorio nacional, tenga a 30.000 tipos salidos de la cárcel por indulto, es para vigilarlo de cerca», advierte nuestra policía.

Pero existe una diferencia fundamental entre esta crisis migratoria y todas las anteriores, porque ahora no se conoce ningún conflicto ni político ni comercial entre Marruecos y España, por lo que no sabemos qué es lo que Mohamed VI pretende conseguir en esta ocasión, como no sea quitarse de encima a los delincuentes que ha sacado de la cárcel. Entre mayo y junio de 2021, Pedro Sánchez fue espiado con el sistema Pegasus que permite acceder al contenido de los teléfonos móviles y del que sólo disponen los Estados. De este modo, algún Gobierno extranjero obtuvo casi 3 gigabytes del teléfono privado de Pedro Sánchez. Desde entonces, España no ha vuelto a tener ningún conflicto conocido con Marruecos, porque Pedro Sánchez les ha concedido sistemáticamente todo lo que le han exigido, sin obtener nunca nada a cambio.

Así que Sánchez se ha ido de gira posvacacional por Mauritania, Gambia y Senegal, para aparentar que hace algo contra una inmigración ilegal que todos sabemos que depende fundamentalmente de Marruecos, como le ha advertido la Unión Europea, porque a Mohamed VI, que dispone del sistema espía Pegasus, no se atreve a pedirle nada, no sea que se enfade y nos enteremos de que, además de los chanchullos de su esposa, la vendehúmos, y de su hermano, el músico enchufado al que no le gusta ni trabajar ni pagar impuestos, Pedro Sánchez tenía escondidas en su móvil vergüenzas aún mayores que no llegamos ni a imaginar.

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