El informe ‘fake’ del CNI

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El informe 'fake' del CNI

Esta semana hemos conocido desde las terminales mediáticas del sanchismo que según un inexistente informe del CNI, los servicios secretos magrebíes habían estado financiando una supuesta campaña de Marruecos contra el Gobierno de Pedro Sánchez a través de una red de personas interpuestas que se habían prestado a ello.

Añaden que, precisamente, fueron algunos de esos ciudadanos mencionados quienes llevaron al Gobierno ante los tribunales por traerse de manera furtiva al líder del Polisario, Brahim Ghali. Como suele ser habitual, la izquierda vive obsesionada con teorías conspiranoicas a las que siempre recurren cuando sus decisiones políticas o son ilegales o rozan la ilegalidad.
A mí como demócrata me trae sin cuidado si quien denuncia unos hechos es un individuo o es otro. Lo que hay que atender es al pronunciamiento de los jueces. Si la justicia imputa a la ex ministra de Exteriores, Calamity González Laya por el caso Ghali, la llama a declarar y cree que podría haber indicios delictivos, eso es lo relevante y no la caza de brujas a la que un sector del Gobierno y de sus medios de desinformación parecen haberse lanzado escudándose en los mencionados informes de los servicios secretos españoles.

El informe del CNI no existe. Es más fake que un billete de 60 euros y hay que buscar su origen en el activismo saharaui de aquellos que siguen escribiendo al dictado del sector más minoritario del Ejecutivo. El informe fake del CNI evidencia la lucha titánica dentro del Ejecutivo entre aquellos que se sitúan del lado de la causa saharaui y, por tanto, de Argelia, frente a los que como el propio Sánchez han virado la política exterior española para hacerse la foto con el rey Mohamed VI y reconocer el plan marroquí sobre el Sáhara. Entre los primeros, por supuesto, cabe situar a todos los comunistas, chavistas y bolivarianos que hay en el Ejecutivo. Todos ellos se han posicionado del lado de Argelia, pero se han pasado tanto de frenada que con su actitud han provocado el último destrozo diplomático de Pedro Sánchez.

Decía el propio presidente en Málaga este sábado que la culpa de lo ocurrido con Argelia la tenía el presidente popular, Núñez Feijóo, por no haberle brindado aún obediencia ciega. Cuando el autócrata de la Moncloa dice eso es porque cuando dijo Feijóo se refería realmente a sus socios podemitas. Al igual que cuando Maduro en Venezuela quiere cargar contra los desatinos de su acción política pone toda su atención sobre Guaidó o sobre otros elementos de la oposición.

Los órganos de propaganda de la Moncloa tratan de arremeter ahora de nuevo contra Putin porque según ellos existe un pacto secreto entre el gobierno argelino y el Kremlin para sembrar casos y desconcierto en España. De nuevo otra vez Sánchez contra Putin. Si sube la luz, la culpa es de Putin. Si suben los precios, la culpa también es del presidente ruso. Si los combustibles se encarecen, también hay que echarle la culpa a Putin. Si Argelia rompe con España, la mano de Putin vuelve a estar detrás. Falta por ver si en la debacle socialista prevista para el próximo domingo en Andalucía, Sánchez volverá a cargar contra su colega ruso.

Pero no caigamos en el engaño y la manipulación sanchista. Detrás de la ruptura de Argelia con España sólo está el propio Sánchez por su constante incompetencia en todo lo que toca y por seguir cortejando a unos socios de gobierno que en lugar de trabajar por los intereses españoles se han convertido en quintacolumnistas argelinos dentro de la estructura del Estado.

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