¿Hay alguien que controle el proceso de vacunación?

¿Hay alguien que controle el proceso de vacunación?

Después de que los españoles conocieran nada más empezar el proceso de vacunación que determinados políticos, militares y hasta obispos se estaban aprovechando de su cargo o posición para saltarse los turnos establecidos e inmunizarse antes de la cuenta -los célebres ‘vacunajetas’-, OKDIARIO ha podido saber que la adscrita a la Fiscalía de Sala de violencia sobre la mujer, Ana Isabel Vargas Gallego, recibió la primera dosis de la vacuna a mediados de enero saltándose los turnos establecidos. También su hijo y su marido se beneficiaron. Este periódico ha podido constatar que existe una lista paralela de personas que se han saltado el protocolo de vacunación en el Gregorio Marañón. Dichas personas no estaban registradas en el sistema del hospital porque no eran pacientes del centro ni tampoco trabajadores.

Con independencia del reproche moral que puedan merecer quienes se han saltado el procedimiento establecido, llama poderosamente la atención, en sentido negativo, la falta de vigilancia y de control. ¿Es que no existen filtros o mecanismos que impidan que estos casos se sucedan? El hecho de que el proceso de vacunación esté resultando complejo por la falta de dosis y que el objetivo de Pedro Sánchez de llegar al 70% de la población en verano resulte una quimera no justifica, en absoluto, que no se establezcan procedimientos estrictos de comprobación. La pregunta que se hacen muchos españoles es quién lleva el control y la supervisión última del proceso y quién es el responsable de que puedan producirse irregularidades como las que hemos conocido en todos los ámbitos de la sociedad. Cabe esperar que impere el orden y el sentido de la responsabilidad, porque lo que se traduce de esta situación es que el caos administrativo se ha convertido en el principal abono de los «vacunajetas». El caso que hoy desvela OKDIARIO sirve como retrato y viene a reafirmar la necesidad imperiosa de que alguien ponga orden en un proceso de vacunación que, además de lento, empieza a resultar kafkiano.

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