La guerra de la desinformación masiva

La guerra de la desinformación masiva
La guerra de la desinformación masiva

Asistimos en directo a la primera gran pugna geopolítica del siglo XXI: la invasión rusa de Ucrania. Un conflicto que arrastra años de resentimientos y que, lamentablemente, paga la población civil una vez más. Un enfrentamiento que no sólo se trata de las fronteras de Rusia, ya que sus repercusiones son globales y cuyas consecuencias se han notado de inmediato. A nivel humano, millones de personas huyen de Ucrania tratando de salvar sus vidas de una guerra, mientras el resto del mundo trata de acogerlos de la mejor manera mientras sufre una importante subida de los precios de la energía y de la alimentación.

Se dice que es una disputa económica, pero en realidad ésta es sólo una de sus consecuencias para el mundo. Dependemos del gas ruso, del trigo de Ucrania, de las fronteras de Europa, de la fuerza de la OTAN y de las libertades que el Estado de derecho garantiza. Una tormenta perfecta que hoy descarga en Ucrania y que tiene cada día a más países implicados.

Sin embargo, una guerra de estas características no empieza con un disparo. Lo hace con el arma más peligrosa del mundo: la información – o la ausencia de ella-. Ucrania es un ejemplo más de cómo el manejo de la información ha sido crítico para definir las posiciones geopolíticas respecto al conflicto. Por eso no sorprende ver cómo una de las primeras medidas de ambos bandos ha sido el bloqueo de la información.

Por un lado, Occidente bloquea Russia Today o Sputnik, mientras que por el lado ruso bloquean muchas cadenas, entre las que se encuentran BBC, Voice of America o Deutsche Welle. Pero la guerra informativa en el siglo XXI también se da en busca del apoyo de la opinión pública mundial. Las redes sociales son el foco de mayor bloqueo y observación del planeta. Rusia bloquea Instagram para evitar el odio a sus tropas, Tiktok impide hacer streamings en directo desde Ucrania, Facebook (Meta) habilitó una función que permite a los usuarios ucranianos bloquear su cuenta y que solo sus amigos puedan ver su foto de perfil o descargar y compartir sus publicaciones, Twitter bloquea sistemáticamente cuentas vinculadas a la propaganda rusa.

Las redes sociales son hoy un campo de batalla paralelo, donde lo que se gana y se pierde son argumentos, razones y motivos en busca de una posición moral a expensas del conflicto real. El asunto es tácticamente tan importante que el jefe de Estudios de Guerra Urbana del Instituto de Guerra Moderna de la Academia Militar de EEUU, John Spencer, publicó en su cuenta de Twitter una guía de cómo los civiles ucranianos podían enfrentarse a un ejército regular y amedrentar a las tropas de Moscú. El citado tuit fue traducido al ucraniano y visto más de 10 millones de veces. Este pequeño resumen deja en evidencia que la información es una herramienta fundamental en una guerra, algo que puede ser utilizado en pro o en contra de un objetivo concreto.

Pero no tenemos en cuenta que un pueblo, ciego y sordo, tiende a retroalimentarse a sí mismo. Algo que ya hemos visto en política, donde los círculos cerrados dejan poco espacio para la crítica, la evaluación y la reconstrucción de realidades y donde tan solo se consigue una confirmación mutua.

Bloquear información no protege de la desinformación, la fortalece. El único antídoto son los argumentos, los datos y un relato directo, honesto y transparente que se adapte a las circunstancias por parte de los líderes. El conflicto de Ucrania pone en evidencia la desinformación que sufrimos pese a vivir en la época donde más y mayores medios tenemos para comunicar y compartir información. Sin embargo, sufrimos la misma desinformación que hace 200 años, donde era imposible saber algo más allá de los datos que los medios oficiales nos proporcionaban.

Hoy, de otro modo, con otras formas y otro relato, vivimos lo mismo, pero con la falsa sensación de tener acceso a todas las versiones de la realidad. La comunicación y la ausencia de ella son, potencialmente, el arma social más poderosa. Por eso, la prioridad en estos momentos pasa por reforzar la autonomía y la financiación de los medios de comunicación para que recuperen el lugar en la sociedad que han perdido: proporcionar información verídica y neutral. Sólo de ese modo se garantizará el mayor anhelo del Estado de derecho: la paz.

José Antonio Alguacil es CEO de IlusionLabs

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