El gran Narciso también es un flojo

El gran Narciso también es un flojo
El gran Narciso también es un flojo

Xabier Fortes, desde su bien regado pesebre, se ha convertido en uno de los pocos españoles que tiene a Sánchez, su líder inmortal, por un hombre valiente a la par que tranquilo. Un hombre que tiene que padecer las inclemencias de los “fachas” irredentos, y de toda suerte de ciudadanos desagradecidos que en lugar de dejarse la piel aplaudiendo y vitoreando al dirigente infalible, se les ocurre vituperarle. Un presidente (versión Fortes), en suma, que sabe afrontar los rigores del cargo y vestir el muñeco como un estadista. Tengo para mí, por la información que sale de El Pirulí, que lo mismo hará, llegado el caso, con Feijóo, porque lo consumó con Zapatero e intentó lo propio con Rajoy que le dio esquinazo del noroeste.

Que lo anterior sirva para poner en suerte la hombría del señor presidente.

Un jefe del Gobierno democrático, no jefe de Estado constitucional, tiene que estar a las duras y las maduras, a los aplausos y a los silbidos. Ambas cosas van inherentes al Falcon, los palacios de verano, los sirvientes de Moncloa y los gastos con fondos reservados. Esto ocurre en todas las partes del mundo, excepción hecha, de Cuba, Venezuela y Corea del Norte, principalmente.

Resulta patético y a la vez enternecedor el miedo escénico que padece nuestro señor presidente cada vez que tiene que pisar la calle. Un miedo escénico inhabilitante. Escribo sinceramente que nunca he sido partidario de esas manifestaciones callejeras, pero es un derecho inalienable en una sociedad democrática. A Mariano Rajoy le dieron un mamporro en su tierra natal pontevedresa y, que yo sepa, la agresión física fue jaleada por algunos de los que ahora se rasgan las vestiduras por cuatro silbidos contra su carismático conducator.

Como muy valiente no parece don Sánchez cuando se sabe a la intemperie, saca pecho en el Congreso, cuando está entre sus conmilitones o cuando le entrevista Fortes. A partir de ahí, todo es mohína. Definitivamente, los españoles no acaban de hacer justicia a don Pedro. Se le escatima que es uno de los mejores economistas de España, el presidente con más visión de la UE, su prestigio internacional está por el quinto cielo, cumple todo lo que promete y cuando se tercia, exhibe más valor que un capitán legionario.

¡País desagradecido!

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