Los gordos ligan más: reflexiones sobre un Peugeot

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  • Teresa Giménez Barbat
  • Escritora y política. Miembro fundador de Ciutadans de Catalunya, asociación cívica que dio origen al partido político Ciudadanos. Ex eurodiputada por UPyD. Escribo sobre política nacional e internacional.

¿Los gordos ligan un montón? A tenor del lío de mujeres en los que estaban metidos José Luis Ábalos y el llamado Koldo, eso parecería. Pero ustedes ya saben que no es cierto. La experiencia lo desmiente. Los gordos ligan más si, como en el caso de esos dos aprovechados, tienen poder y dinero. Y eso no es exactamente ligar, porque este verbo se relaciona con algo espontáneo donde cuenta mucho la apariencia y las dotes de convicción superficiales del seductor.

La realidad más cruda nos revela que el exceso de peso es más bien un hándicap para destacar en esas lides. El sobrepeso en general pone trabas al interés social y sexual. Pero, aunque ambos sexos sufren por ello, son las llenitas las que se expresan con más indignación e incluso se organizan para denunciar lo que consideran una injusticia.

Mi querida Laura Fábregas ha contado en el diario para el que trabaja que existe algo llamado La Gorda, «Assemblea de dones i identitats dissidents gordes» (Asamblea de mujeres e identidades disidentes gordas) con el objetivo de que lo que llaman gordofobia sea considerado un delito de odio en España. Ahí es nada. Si se considerase eso un delito se podría perseguir judicialmente, por ejemplo, a quienes hicieran comentarios sobre el físico de la gente oronda.

Los hombres parece que se conforman más. No he encontrado organizaciones específicas dedicadas exclusivamente a hombres obesos discriminados. Sin embargo, existen iniciativas más amplias que abordan la discriminación por gordura en general, sin enfocarse únicamente en un sexo. Por ejemplo, en España está la Alianza por la Obesidad, una coalición formada por tres organizaciones, incluyendo la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, que trabajan para visibilizar y defender los derechos de las personas con obesidad, promoviendo su reconocimiento como una enfermedad crónica y luchando contra la discriminación asociada. Pero no es exclusiva para hombres. Incluso se expresan en lenguaje woke incluyendo a personas de todos «los géneros» que enfrentan el estigma por su peso. Y también está la
Organización Panamericana de la Salud, que tampoco se organiza alrededor de un solo sexo.

Hay libros y películas que abordan el rechazo y los estereotipos hacia hombres con cuerpos gordos, aunque a menudo se tratan de manera indirecta a través de personajes secundarios o en el contexto de narrativas más amplias sobre la gordofobia. Muchas de estas obras se refieren mayoritariamente a hombres gordos que además son homosexuales, haciendo hincapié en la comunidad queer donde ese rechazo se hace más pronunciado. A través de sus historias, se exploran las causas emocionales del sobrepeso y el rechazo social que enfrentan, como la culpa, el miedo y la falta de autoestima.

Que exista algo como la asamblea La Gorda y no un equivalente para hombres refleja la percepción popular de que los hombres son privilegiados mientras que la desventaja es propia de nosotras. La victimización se ha convertido en exclusiva de las mujeres, las niñas y las minorías; no de los hombres. Y eso que las desventajas sufridas por ellos son similares.

Ahora, y volviendo a los menos guapos del Peugeot, lo que ya no es tan similar es la desprejuiciada tendencia de algunos en acudir, para cubrir esos aspectos de la vida, a lo que llaman «el oficio más viejo del mundo» o en artimañas de fondo muy parecido como tentar económica o profesionalmente a mujeres teóricamente inalcanzables pero dispuestas a encontrar con aplicación el encanto de quien no tiene ninguno. Y el desfile de mujeres de estos días es una edición más de algunos de los juegos más antiguos de nuestro linaje homo, masculinos y femeninos.

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