Un gobierno de taberna y taburete

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  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

La democracia también son formas. El ranking de finura y buenas maneras lo encabeza sin discusión la vicepresidenta Montero que parece salida de un caro internado suizo. Desaparecido políticamente Ábalos, otro ejemplo de postín (éste procedente del King College, Cambrigde), es la andaluza quien asombra con sus formas educadas y respetuosas; no sólo en el Parlamento, sino especialmente cuando cruza Despeñaperros para subirse a algunas tribunas que el PSOE andaluz le prepara cada fin de semana.

Podría sacarse la conclusión de que hay miembros del Gobierno que tienen pánico a perder la inmunidad y de paso la poltrona. De otra forma es difícil entender que a sus edades se conduzcan como si estuvieran en alguna taberna de rancio abolengo en el barrio de Chamberí o sentados en taburetes en tablaos de la Morería.

El jefe de todos ellos, también de la otra vicepresidenta gallega, es el que marca el estilo. Es lo que sucede cuando no se gobierna, no se tiene proyecto, hoy por aquí, mañana por allá, ni mayoría parlamentaria, ni dinero. En esos casos, la tentación es instalarse en la taberna, subirse al taburete y repartir obleas xacobeas sin orden ni concierto. Mano sobre mano, haciendo la oposición a la oposición. Y en los ratos libres, que son casi todos, se telefonea a Florentino para comunicarle que el Gobierno casi al completo estaría encantado de acompañarle en el Palco de Honor del Real Madrid.   

Esto no sería posible en una sociedad de un país valoroso, consciente y dispuesto hacerse valer. Sánchez sabe que se le perdona todo, incluso las formas con las que jalea rebeliones contra él mismo, y que el grado olvidadizo general es tan intenso que las tropelías de ayer se camuflan con otras nuevas de hoy. Y así llevamos, oigan, siete largos años.

La inmarcesible señora Mopongo, reinona de todas las trifulcas. ¡Qué cansancio!

Al grito de ¡que vienen los fascistas y la extrema derecha!, resisten, sólo resisten, atrincherados en sus posiciones arcaicas incapaces de insuflar algún hálito de aire limpio, progresista y esencialmente democrático.

¡Vivir para ver!

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