Sánchez además de gafe es el líder de los inútiles

Sánchez inútiles

Desde el siglo XVIII sabemos que «la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma», según la conocida ley de conservación de la energía que, como el resto de leyes, ayer Pedro Sánchez se pasó por el forro, que para eso tiene bien alimentadas a sus mascotas, Cándido Conde Pumpido y Álvaro García Ortiz, que hacen para él todo tipo de manualidades con las leyes. Ayer Pedro Sánchez dijo que le habían desaparecido «15 gigavatios de energía en apenas cinco segundos». 15 gigavatios que dijo que representaban aproximadamente el 60% de la demanda del país en ese momento y decidieron todos a la vez incumplir la ley a la que se habían visto sometidos durante los últimos tres siglos de historia, que para algo tienen a Sánchez para indultarlos y a Conde Pumpido y García Ortiz, para bendecirlo.

Es aún mucho mejor esa explicación anarco energética que nos dio pasadas las 11 de la noche, a la filosófica transcendental que había dado a las 6 de la tarde, cuando dijo que la causa del apagón era «una fuerte oscilación del flujo de potencia acompañado de una pérdida de generación muy importante», a lo que muchos respondieron «la gallina», pensando que era un chiste o una adivinanza. Que maldita sea la gracia de ponerse a tomarnos el pelo con la que estaba cayendo. El caso es que ayer Pedro Sánchez estuvo seis horas desaparecido, sin hacer ningún tipo de declaración que pudiera tranquilizar a la ciudadanía, acongojada por la falta de información y la angustiosa sensación de que no había nadie a los mandos en tan tremenda situación. Seis horas, desde que España se quedó a oscuras hasta que él salió para no dar ninguna explicación ni garantizar ningún plazo en el que volver a la normalidad. Seis horas en las que Sánchez no permitió que ningún ministro, ningún delegado del Gobierno y ni siquiera ningún funcionario de Red Eléctrica, saliera a explicar nada.

Quizá porque cualquier cosa que se dijera no serviría para tapar que al frente de la empresa controlada por el Estado, Red Eléctrica, Pedro Sánchez nombró hace cinco años a su amiga la socialista Beatriz Corredor, licenciada en Derecho sin ningún conocimiento sobre redes eléctricas o gestión energética, a la que pagamos un injustificadísimo sueldo de 546.000 euros al año y que hace sólo 20 días afirmó en sus redes sociales que «no existe riesgo de apagón, Red Eléctrica garantiza el suministro». Con lo que ya podemos ir intuyendo que la «fuerte oscilación del flujo de potencia» hace referencia a la inmensa cantidad de inútiles socialistas puestos por Pedro Sánchez al frente de Confederaciones Hidrográficas, Agencia Estatal de Meteorología, Delegaciones del Gobierno, Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias y todo tipo de empresas controladas por el Estado, responsables de tantas muertes y desgracias.

Muchos atribuyen la mala suerte de Pedro Sánchez a la típica maldición del ladrón de tumbas. El profanador de los sepulcros del Valle de los Caídos ya ha traído una pandemia por Covid, la tormenta Filomena, la erupción del volcán de La Palma, las inundaciones de la Dana de Valencia, los incendios forestales y hasta el inasumible precio de la vivienda. Sea por maldición o de nacimiento, parece evidente que Pedro Sánchez es un gafe de los que Alfonso Ussía califica como sotanillo, a saber, aquel que causa gravísimas desgracias a los demás, sin verse nunca él mismo afectado por su mala suerte. Pero mucho peor que el archi comprobado cenizo de Pedro Sánchez, es su gusto por enchufar a inútiles al frente de los organismos con mayor capacidad de hacer daño. Ayer España sufrió un apagón que nos igualó aún más a Cuba y Venezuela, alejándonos del resto de países del occidente democrático, y no fue por el gafe de Pedro Sánchez, sino porque el socialismo sanchista es el sistema que otorga las mayores responsabilidades a los más inútiles.

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