La Fiscalía obedece a Sánchez para contentar a Bildu
El entorno proetarra podrá celebrar este sábado en Alsasua su particular Ospa Eguna, el día del Odio contra la Guardia Civil para pedir la expulsión de este cuerpo de Navarra. La Fiscalía ha descartado solicitar que se prohíba el acto, al considerar que los hechos no pueden tipificarse como un delito de odio previsto en el artículo 510 del Código Penal.
Llueve sobre mojado: durante los dos últimos años, distintas localidades de Navarra y el País Vasco han acogido más de un centenar de homenajes a presos etarras, ante la completa permisividad del Ministerio del Interior y la única oposición de las asociaciones de víctimas del terrorismo. No ha sido hasta el pasado mes de julio cuando el Gobierno de Pedro Sánchez ha solicitado a la Fiscalía que investigue si estos actos pueden ser constitutivos de delito.
Mientras se humilla a las víctimas del terrorismo con actos de exaltación de sus verdugos, la Justicia permite que los proetarras denigren a la Guardia Civil, el cuerpo que más ha sufrido y más vidas ha perdido en la lucha contra ETA. El Ospa Eguna se celebrará este sábado en Alsasua, precisamente en la misma localidad navarra en la que, hace tres años, un grupo de matones celebraron su particular Día del Odio dando una paliza a dos agentes de la Guardia Civil y sus novias, en un acto de inequívoca significación política que Podemos insiste en calificar como una «pelea de bar».
Resulta inevitable pensar que la permisibilidad de la Fiscalía y el Ministerio de Justicia con estos movimientos del entorno proetarra no es casual, sino que responde al juego de alianzas que el presidente Pedro Sánchez mantiene con Bildu.
Pero no se puede consentir que los constitucionalistas sigan siendo humillados y perseguidos en Navarra, para que Pedro Sánchez pueda mantenerse unos meses más en la Moncloa. Los ministros en funciones de Justicia e Interior, Dolores Delgado y Fernando Grande-Marlaska, han demostrado que no están a la altura en casos como este. Algo que resulta especialmente decepcionante en el caso de Marlaska, quien durante su etapa como magistrado de la Audiencia Nacional sí demostró voluntad para luchar contra los asesinos de ETA.
Pero es evidente que el problema hoy es la frivolidad con la que el presidente Pedro Sánchez cambia sus principios y su discurso, de un día para otro, según sus intereses políticos y su instinto de supervivencia. El hombre que llegó a La Moncloa gracias al voto de Bildu y los independentistas catalanes pretende presentarse ahora como el abanderado de los constitucionalistas, mientras sigue pactando bajo la mesa contra las fuerzas cuyo único objetivo es destruir la nación.