Las fake news de la leyenda negra, al cine
Siempre es un placer pasar unos días en Madrid, pero aún lo es más si el viaje tiene por objeto una razón elevada, lindante con el compromiso político y el afán divulgativo. Si, como guinda, se entremezcla la amistad, mejor que mejor. Este martes tuve el inmenso honor de arropar en la Fundación Villacisneros a la historiadora Elvira Roca Barea, que recibía con todo merecimiento el 5º premio de la entidad que preside Íñigo Gómez-Pineda, y que se concede a la labor en defensa de la dignidad de la persona, la libertad individual, la democracia y el Estado de Derecho.
Antes que Roca Barea habían sido acreedores del mismo Esperanza Aguirre, Ana María Vidal-Abarca, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, y Álvaro Uribe y Andrés Pastrana. Poseedora de un currículum inacabable, tenaz investigadora de la leyenda negra española, su gran desvelo, Roca alcanzó el reconocimiento del gran público con la publicación en 2016 de Imperiofobia y leyenda negra. Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio Español, que, con 25 ediciones, ha rebasado con mucho los 100.000 ejemplares vendidos. Como es fama entre su legión de entusiastas (no así entre sus detractores, que suelen hablar a humo de pajas), la obra, de una audacia inacostumbrada en el género, y que deslumbra tanto por la solidez de sus argumentos como por la frescura y amenidad de su estilo, subordina la leyenda negra a un concepto más amplio, el de imperiofobia, esto es, la sistemática denigración de los imperios promovida, sobre todo, por las élites intelectuales.
En el inicio de su vibrante discurso de recogida, Roca subrayó su condición de profesora de instituto, su oficio durante años, “más, mucho más heroico”, afirmó sin titubeos, “que cualesquiera de los otros trabajos que he realizado”. Y, sin más demora, disertó acerca de una de las aristas que más le sobrecogen (e indignan) del tema en el que lleva volcando su talento y su tesón desde que Ignacio Gómez de Liaño (que pronunció un magistral laudatio) le animara a emprender esa ciclópea tarea. Y que guarda relación, por cierto, con la enseñanza. “¿Por qué”, se preguntó retóricamente, “nuestros libros de texto, al ocuparse del reinado de Felipe II, sólo destacan la Invencible? ¿Por qué asumimos el relato elaborado por la historiografía británica, según el cual ese episodio, que recrea los tópicos de la torpeza y chapucería españolas, supone un punto de inflexión en el dominio de los mares, cuando en verdad se trata de una batalla sin apenas trascendencia, enmarcada en la larga guerra que concluiría en 1604 con el Acuerdo de Londres, favorable en lo sustancial a los intereses de España?”.
El acto dejó una noticia de lo más halagüeña. No en vano, y según anunció Gómez-Pineda en su parlamento, la Fundación ha puesto en marcha el rodaje de un documental basado en los estudios de Roca Barea, con el cineasta José Luis Gómez-Linares, también presente en la ceremonia, al frente del proyecto. Lleva por título provisional ‘El camino español. Cinco siglos de fake news’ y, como es ya un rasgo estilístico de los trabajos de nuestra homenajeada, tratará de ocuparse del fenómeno de manera mordaz, ingeniosa e incluso humorística. Ah, y sin un gramo de caspa.