Los errores económicos se pagan

Los errores económicos se pagan
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Sánchez piensa que sólo con la presencia en la presidencia del Gobierno, con promesas huecas y con gestos teatrales, puede gobernarse de manera eficiente y conducir a la nación con rumbo firme y ágil hacia la prosperidad. Cree que sus pactos con el independentismo más exaltado y con los populistas de extrema izquierda no van a menoscabar la confianza en España y en su economía, y que los agentes económicos, tanto nacionales como extranjeros, van a seguir confiando en la economía española, y van a seguir consumiendo e invirtiendo, incluso más que antes. Para él, el borrador de presupuestos no es más que un papel que puede servirle para seguir unos meses al mando, sin necesidad de convocar unas elecciones, que, pese al CIS, no debe de tener tan claro que fuese a ganarlas, porque, de lo contrario, seguro que las habría convocado ya.

Se equivoca: la economía necesita certidumbres, precisa seguridad y huye de las trabas y los obstáculos, porque si las empresas no pueden realizar su labor con garantías y sin intromisiones intervencionistas, huirán a otros lugares. No se puede querer ser serio y presentar, al mismo tiempo, unos presupuestos imposibles, donde parece que el dinero crece en los árboles y en los que se pretende dar la imagen de justiciero que viene a reparar la opresión de los trabajadores y pensionistas, con subidas imposibles de mantener, como la del salario mínimo, que lo que hará será expulsar del mercado de trabajo a los más débiles, o la de las pensiones ligada al IPC, que lo que provocará es que el sistema colapse antes aún de lo que iba a hacerlo si no se reforma. El PSOE puede tener unas ideas más intervencionistas y aplicarlas cuando gobierna, pero dentro de una sensatez que permita que continúe la prosperidad. Una cosa es que los socialistas piensen que con el impulso del sector público mejora la economía –cosa, que, además, no es así-, y otra es entregarse en brazos de la extrema izquierda y estar dispuesto, con ello, a destrozar la economía, el empleo y la prosperidad con gasto tremendamente expansivo, déficit abultados y deuda insostenible.

Y los primeros efectos adversos comienzan a verse, con una ralentización del crecimiento y un aumento de las previsiones de déficit y deuda, tal y como han señalado la Comisión Europea, el FMI y la OCDE. La conclusión de la Comisión Europea es demoledora: España se sitúa en riesgo de incumplimiento debido al nocivo presupuesto que Sánchez quiere sacar adelante con Podemos, que echa por la borda todo el trabajo de consolidación fiscal de muchos años anteriores, al disparar el gasto, elevar el déficit e impedir, así, que la relación entre la deuda y el PIB siga descendiendo, pues ese presupuesto expansivo volverá a elevarla hasta cerca del 100% o un nivel superior. La OCDE también suspende a Sánchez, y lo hace empeorando todas las previsiones para la economía española tras las medidas económicas que proponen los socialistas, al tiempo que solicita que el Gobierno retome la consolidación fiscal puesto que en caso contrario corre el riesgo de volver a incrementar su deuda sobre el PIB. Y parecidas conclusiones emite el FMI.

Sánchez debe dar marcha atrás y no aprobar –gracias a Dios, parece que no lo va a conseguir- esos presupuestos nefastos y convocar elecciones, y gobernar, hasta entonces, con los presupuestos aprobados por el Gobierno del PP, que puede que no sean los mejores presupuestos de la historia de España, pero no van contra la economía española.

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