Embusteros, sean humanos: no nos mientan más

Embusteros, sean humanos: no nos mientan más

No creo personalmente que su indecencia sea compatible con el humanismo. Pero, por favor, aún así, sean humanos: no nos mientan más. Ahora, ataviado con corbatín rojo como se si tratara de un banderillero pueblerino y no con el luto que le exigen estos millares de caídos, promete un funeral para el futuro; honradamente, no le creemos.  Las cifras oficiales (las reales son mucho más brutales) también son escalofriantes: 24.275 muertos, 212.917 contagiados, y 39.230 sanitarios enfermos de COVID19. ¿Es que nadie en ese Gobierno del Frente Popular se conmueve con estos datos? ¿es que ni siquiera se visten de negro, como sus periodistas de TVE en tiempos de Rajoy, para acreditar su luto por esta tragedia semejante a cualquier genocidio histórico? ¿es que siguen mintiendo como si aquí, ahora, en medio de este descomunal drama, valiera todo? Lo penúltimo (lo último es que, contra lo que dice Sánchez, sí había plan de pandemias desde 2005) que hemos sabido por este periódico es que todas las mañanas, parece, que, al alba, el mercenario Redondo (ese que busca con su conducta un próximo empleo en la despótica y corrupta Argentina de los Kirchner) se pone frente al ordenador, para tramar su enésima trapisonda, su pantagruélica serie de engaños miserables. A veces, esta semana, a este vendedor de humo se le va a la mano y urde una martingala propia de una dictadura caribeña; a saber, envía a la OCDE datos trucados sobre la cantidad de test que ha realizado su señorito falaz, Pedro Sánchez. En un ardid de trileros para consumo doméstico ambos eliminan del balance oficial de contagiados los test rápidos de anticuerpos, y luego, van, se sacan de su ajada chistera un conejo con mixomatosis, y los referidos test los incluyen sin embargo en el total que envían a la OCDE, esta institución universal aún más politizada e ineficaz que la OMS del comunista eritreo de apellido impronunciable.  Del puesto octavo al decimoséptimo. Y, ¿qué dice Sánchez? Insiste en la falsedad. Procaz.

¡Vaya golfería! Incluso el secretario general de este organismo, el sudamericano Angel Gurría, reconocía por la mañana en una Radio la trola de los manguis españoles, y por la tarde vino a decir que “¡Bah, que sí, que hay trampa, pero que no importa el puesto octavo o decimonoveno en el ranking de los países con más test!” y que de la OCDE es la culpa. ¡En que lugar deja a la Organización este mindundi! Aunque, ¿qué va a decir este funcionario cuya parte alicuota de sueldo se la paga España?  Sánchez, en el enésimo embuste de su abigarrada biografía, primero miente a los confinados españoles, segundo, envía la cuchufleta torticera a la OCDE, tercero, presume de ser el mejor de mundo,  de estar en el “Top 10” de los test rápidos y, cuarto, cuando se descubre el pastel, vuelca sobre las autonomías del PP la culpabilidad de la falacia: “Es que no nos han dado bien los datos”, proclama su simpar ministro de la cosa, el maestro Abalos, al tiempo que se irrita diciendo que: “¡Ya está bien de tanta monserga con los test!”.

Pero, ¡ojo! que la gente ya no aguanta mucho más que se le siga orinando en el abrigo. Mientras en Alemania el crédito y la popularidad de Merkel supera el 65 por ciento, aquí en España, el único ministro que aprueba es Robles que, por lo menos, ha dejado, contra la oposición cerrada del colega de Interior, que los militares actuaran salvando vidas y aún más, asiendo de la mano de los agonizantes que se morían solos a chorros, lejos de unas familias que no sabían dónde estaban. Es que Sánchez, tipo inhumano: ¿no merecen un crespón negro estas víctimas a las que se les adelantó la parca, y unos allegados que siguen buscando cadáveres por todos los tanatorios y cementerios de España? En su pavorosa insensibilidad, a lo peor a estos gobernantes les importa una higa este dato perfectamente constatable: las caceroladas son ya mucho más sonoras, más copiosas y más indignadas que los aplausos de la primera fase del confinamiento. Los sanitarios, humillados por el desdén del Frente Popular, ya no pretenden ovaciones, exigen la protección que Illa -al que el país envíe pronto a sus clases de Marx- les ha venido negando mientras se la prometía a diario con un desparpajo falaz de Juzgado de Guardia.

Los españoles pasarán factura. No lo dude Sánchez; él nos ha tratados como niños, mintiendo a lo púber y, encima, nos ha reñido, vigilando y censurando a quien no nos tragábamos ni sus bulos, ni los desafíos fascistas de Iglesias, ni las penosas mentiras de Marlaska, el gobernante que ya confiesa que nunca volverá a la Justicia. Pues menos mal. Nos ha tratado como niños y muchos mayores el domingo pasado en el Parque de El Retiro de Madrid, en el cauce de El Turia de Valencia, o en La Barceloneta de la Ciudad Condal, se comportaron indóciles, como niños. Ahora nos cuenta que los adultos podremos pasear este sábado, sometidos a franjas horarias como si fuéramos realmente los presos del Soto del Real. Sánchez nos miente a mogollón y miente naturalmente a la oposición a la que presionará en la semana venidera para que le acepten la quinta alarma. Él nos quiere internados, como infantes antiguos de guardapolvos y onza de chocolate. Las bestias acorraladas no protestan en la calle. Se las puede seguir engañando, algo que, por favor, humanamente ya no resistimos más. Libres, pasaremos factura.

Lo último en Opinión

Últimas noticias