Los corruptos gritan «¡viva Pedro Sánchez!»

columna Eduardo Inda

Recibí numerosas críticas cuando escribí y verbalicé argumentalmente mi teoría de que Pedro Sánchez es «un golpista y un proetarra». No fue ni hace cuatro semanas. Afirmé, afirmo y, salvo que cambie diametralmente, afirmaré que es un golpista porque, para empezar, es socio de los tejeritos catalanes cuando a esta chusma un dirigente democrático no debería ni mirarles a la cara. En segundo lugar, porque se ha convertido en el colaborador necesario para la impunidad de los sosias de Pedro Castillo. El indulto es una prolongación del golpe de Estado porque deja sin efecto la vía penal. La tercera razón es que la derogación de la sedición convierte en papel mojado la sanción que les impuso la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo por intentar sepultar el orden constitucional. Y, en cuarto, porque esta golfería representa una invitación en toda regla a perpetrar un nuevo putsch que, si no media violencia, saldrá gratis total porque ni siquiera se les podrá imputar ese desvergonzado y no menos ridículo sucedáneo que son los desórdenes callejeros.

Que es filoetarra podrá sonar fuerte para quien no domine la lengua de Cervantes. Pero quienes atesoren las más mínimas nociones de español conocerán perfectamente que el prefijo «filo» significa «amigo de» o «amante de [una ideología, un partido o una corriente intelectual de cualquier tipo]». ¿Cómo no va a ser el presidente del Gobierno amigo de los etarras si su más estable socio de gobernabilidad es Arnaldo Otegi que, según sentencia del Supremo, fue el número 1 de la banda terrorista? Por cierto, este pistolero se jactó el 25 de noviembre entre risas de que el presidente tiene Presupuestos «gracias a los que se quieren marchar de España». Se me olvidaba subrayar que el número 2 de facto de Bildu es David Pla, el capo de ETA en la etapa previa a que dejaran de matar. Él dio la orden, entre otras, de segar la vida del socialista Isaías Carrasco. Así se escribe la historia.

La última es la más que segura rebaja del delito de malversación, del que quedarán excluidos o capitidisminuidos penalmente los Griñanes de la vida. Un regalo de Reyes que responde cuasimilimétricamente a las exigencias de la carta que enviaron los golpistas catalanes a Melchor Sánchez. El objetivo es distinguir entre quienes destinan los caudales públicos a un uso diferente al prescrito pero no se los apropian personalmente y quienes se los meten en la butxaca. El sentido común indica que robar es tanto quedártelo tú como desviarlo a un amiguete, a la empresa de un familiar o al tinglado de un conocido. El descarado objetivo de esta repugnante banda es dejar a cero al delincuente Oriol Junqueras el contador de los 13 años de inhabilitación para cargos públicos que le impuso el Tribunal Supremo con la vista puesta en que se pueda presentar a las próximas autonómicas catalanas que, a más tardar, tendrán lugar en 2025. En fin, lo propio de una nación bananera porque en un Estado subsahariano ni se les pasaría por la cabeza acometer cacicadas así.

¿Cómo no va a ser el presidente del Gobierno amigo de los etarras si su más estable socio de gobernabilidad es Arnaldo Otegi?

Los delincuentes, mangantes o simplemente jetas de este país aún llamado España están encantados de la vida con Pedro Sánchez. Todos ellos son fans del presidente que, si la Justicia no se mantiene firme, acabará con la España democrática, con el Pacto constitucional del 78, en resumidas cuentas, con el sistema de libertades que nos regalamos tras cuatro décadas de dictadura.

Los ladrones de dinero público, mismamente José Antonio Griñán, gritan «¡viva Pedro Sánchez!».

Los que despistaron fondos reservados para espiar a Luis Bárcenas, caso de Villarejo o Francisco Martínez en la Kitchen, se desgañitan cantando: «¡Sánchez, Sánchez, Sánchez es cojonudoooo, como Sánchez no hay ningunoooo!».

Los que dieron un golpe de Estado hace cinco años, empezando por Oriol Junqueras y terminando por los Jordis (Sánchez y Cuixart), tararean con la mirada proyectada al cielo: «¡Sánchez es un muchacho excelente, Sánchez es un muchacho excelentee, Sánchez es un muchacho excelenteeee y siemmmpre lo seráááá!».

El gran fugado de la Justicia española, el ex president Puigdemont, brinda con champán —el cava no se usa en su mansión de Waterloo— mientras exclama: «¡Chapeau, mon président!».

Pablo Iglesias, Otegi, Junqueras y hasta Maduro se ponen toreros mientras celebran el golpe judicial que permitirá tener un Tribunal Constitucional a la venezolana en el que la oposición ni pinchará ni cortará: «¡Olééééé, don Pedro!».

Los 180 presos de ETA, entre otros el hijo de perra de Txapote, asesino a cañón tocante de Miguel Ángel Blanco y Fernando Múgica, agradecen en tono decimonónico los acercamientos y el aluvión de salidas de prisión: «Dios guarde a usted, don Pedro, muchos años».

Los nazionalistas de Cataluña, Baleares y Comunidad Valenciana son unos malnacidos salvo cuando agradecen los servicios prestados por un diablo que impedirá que los niños de estas comunidades reciban al menos el 25% de las clases en español y que facilitará que sean unos paletos funcionales: «¡Moltíssimes gràcies, Pere Sànchez!».

Los manirrotos dueños de la arruinada Prisa se han convertido en los felpudos de un presidente del Gobierno que les está permitiendo hacer un business del carajo en la asaltada Indra y que les salva la vida también vía publicidad institucional: «¡A sus pies, señor Sánchez!». La verdad no es un fin ni un medio porque la adaptan al diktat monclovita.

Los amiguetes chiringuiteros de Irena Montera tienen claro que el presidente es el bendito culpable de que se estén forrando como si no hubiera un mañana. Quinientos millones largos al año que sirven para adjudicar toda suerte de contratos, a cual más choricesco: «Nunca olvidaremos lo que haces por nosotros, Pedro, ¡eres el mejor!».

Cincuenta y dos violadores o abusadores tienen ya en Pedro Sánchez al ídolo que les ha permitido salir de prisión antes de tiempo o que les reduzcan sustancialmente las penas. Y dan saltos de alegría pensando en su liberador: «¡Hip, hip, hurra Pedro Sánchez!».

Los etarras de mi tierra, Navarra, están encantados de la vida al ver que, tras 40 años exigiendo con asesinatos de por medio la salida de la Guardia Civil, se cumple al menos la mitad de su tan repugnante como longeva reivindicación con la Agrupación de Tráfico. Y no se olvidan de su padrino: «¡Viva la madre que te parió, Pedro Sánchez!».

Carrillo, Pasionaria, Largo Caballero, Companys, Indalecio Prieto y demás asesinos de la II República experimentan orgasmos en sus tumbas al certificar anonadados que la Ley de Memoria Democrática los transforma por arte de birlibirloque en una suerte de santos ateos olvidando los miles de asesinatos que ordenaron. Todos ellos corean brazo en alto, emocionados, un contundente «¡heil, Pedro!».

El Rey de Marruecos, Mohamed VI, jefe de nuestro autócrata presidente, no olvida el servilismo y la pleitesía que le dispensa prácticamente a diario el Gobierno de España. Y lo hace como Alá manda: «Salam alaikum, Pedro Sánchez [la paz sea contigo, Pedro Sánchez]».

Los que avisamos que el final de nuestro sistema de libertades avanza a velocidades supersónicas no somos unos hiperbólicos ni unos histriónicos

De 2018 a esta parte, y Pedro Sánchez mediante, la inmoralidad ha sustituido a la moralidad, la ilegalidad a la legalidad, la indecencia a la decencia, el trinque a la honradez, la desvergüenza en las formas a la estética, la impunidad a la pena, la antiética a la ética, el desorden al orden y el escándalo al sentido común. Así como Churchill no era el pirado que pintaban Chamberlain y Halifax, los apóstoles del apaciguamiento con Hitler, los que advertimos que el final de nuestro sistema de libertades avanza a velocidades supersónicas no somos unos hiperbólicos ni unos histriónicos. Ya sólo la Justicia y/o el advenimiento al poder de Alberto Núñez Feijóo pueden parar este golpe de Estado acelerado.

Lo peor de todo es que, como salimos a escandalazo diario, todos ellos acaban quedando difuminados. Esta gentuza ha debido leer detenidamente al hijo de Satanás de Joseph Goebbels, al padre de la propaganda moderna, que entre otras malvadas recomendaciones efectuaba dos que Pedro Sánchez aplica al pie de la letra:

1.-«Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan».

2.-«Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya en otra cosa».

Como quiera que las salvajadas de ayer son menores a las de hoy y las de hoy se antojan una risa al lado de las de mañana, la opinión pública se olvida de lo que está sucediendo pese a que la bola sea ya de un calibre que acongoja a cualquier defensor del Estado de Derecho. No tengan ninguna duda de que ahí estará siempre OKDIARIO para refrescar permanentemente la conciencia y la consciencia de una nación que no está dispuesta a que un psicopático chisgarabís se cargue lo conseguido en 500 años de historia y el estratosférico salto adelante de los últimos 40. Y lo haremos parafraseando y teniendo siempre presente a Milan Kundera: «La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido».

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