Convencer a las clases media y baja de Baleares

Titulares en la prensa local se debaten entre la mayoría absoluta que rozan Partido Popular y Vox, por completo insuficiente para conseguir apartar al Pacte de Progrés de las instituciones baleares, y otra encuesta según la cual las clases media y baja están de acuerdo con la manera en que el Govern ha gestionado la pandemia.
Dando por hecho que la gestión de la pandemia es o será clave en las próximas elecciones, me pregunto cómo se han cocinado ambas consultas para que, leyendo entre líneas, salga un sí pero no. Porque no parece compatible aplaudir la gestión de la pandemia, el gran hito en la presente legislatura, para acto seguido decantarse por la mayoría absoluta o casi de un centroderecha que como tal no entraba en la ecuación.
Cuando hablo de prensa local, me refiero obviamente a la apesebrada, claro está. La gestión de la pandemia ha sido clave en algunas regiones para salir del hundimiento de la economía, en función del acierto en las restricciones y su desescalada. Madrid es el gran referente en este sentido, al permitir la coexistencia inteligente y responsable entre los tabernarios y el virus. En el caso de Baleares, no tengo la misma sensación, por mucho que las clases media y baja (que son el 99% de la población) resulten tan generosas en sus apreciaciones. Me cuesta creer que en efecto así sea, porque entonces no se entendería que PP y Vox anden rozando la mayoría absoluta.
Tomando el Hat Bar y las copas de Francina Armengol en hora prohibida, los demás encerrados en casa, llegados a valorar esa manera ejemplar de gestionar la pandemia, ¿de verdad eso es lo que opinan las clases media y baja de Baleares? Viendo que la prensa apesebrada ha recibido la victoria en Italia de Giorgia Meloni recordando el pasado delictivo de su padre, lo que en realidad huele es a podrido en el amarillismo periodístico de nuestra prensa local, y puestos en ello, utilizan a las clases media y baja, acudiendo a su adulación como jueces de pro del buen hacer del Pacte de Progrés.
En todo caso de las clases media y baja dependerá que Baleares recupere su temple para desalojar a la extrema izquierda de los cenáculos del poder, lo que parece más que probable en el caso del Ayuntamiento de Palma debido a su contrastada incompetencia. ¿Son tan limitadas las clases media y baja, como para aceptar sin el menor sentido crítico la repetición de Hila, Truyol y el recambio de Jarabo por vía parental? El centroderecha está llamando a las puertas de Alcaldía como la alternativa que es para que la capital balear se recupere con garantías y mejor lustre de los insustanciales patitos woke.
¿Los baleares somos tan ingenuos como para aceptar las paguillas que está ideando la presidenta Armengol en los presupuestos de 2023 para silenciar conciencias y así permanecer cuatro años más en la poltrona?
Para entendernos, el usuario de la poltrona es alguien «perezoso, haragán, además de enemigo del trabajo». ¿Qué mejor definición, para resumir todo el contenido de esta legislatura, y la anterior también? Ahora va y nos dice Francina Armengol que se pasó de frenada al prometer 1.800 viviendas de protección oficial y que por supuesto no se han construido. Basta con hacer balance de aciertos los últimos ocho años: turismofobia, con cancelación de históricos chiringuitos de playa a gogó; batucadas anticruceristas a gogó también a mayor perjuicio del sector de comercio; Memoria Democrática a tutiplén mientras el Supremo les obliga a pagar costas; silenciar de modo obsceno la prostitución de menores tuteladas ninguneando de paso a la UE; agravar severamente el día a día del sector primario hasta llevarlo al peligro de la extenuación; imposición del catalán llevándola al extremo de minar el número de médicos y enfermeras en la sanidad pública, y de paso acallar la libertad de elección de lengua en la enseñanza pública, estudiando además la manera de burlar torticeramente los imperativos constitucionales.
Todo ello, contemporáneo de la gestión de la pandemia que ha hecho de las Islas Baleares un territorio de máximas prohibiciones. ¿De verdad que todo eso lo aprueban alegremente las clases media y baja de Baleares? Lo cierto es que cuesta mucho creérselo más allá del sacro territorio apesebrado.
¿De verdad las clases media y baja de baleares aprueban este galimatías?
No puedo imaginarme que en efecto hayamos llegado a tal degradación de una voluntad popular (las clases media y baja) incapaz de comprender todo lo que nos jugamos en las elecciones del 28 de mayo de 2023. Será pues el camelo a que nos tiene acostumbrados la prensa local apesebrada, callada por sistema ante las irregularidades y alarmada, según el toque de arrebato, dictado desde las esferas del poder de la extrema izquierda: PSIB y Més, porque Podemos si no desaparece a punto lo estará por su irrelevancia. Lo que nos lleva a interpretar esa casi mayoría absoluta del centroderecha.
Desde los años 90 la extrema izquierda y sus tontos útiles contemporáneos (léase UM en el pasado, el PI en el presente) alcanzaron el poder en Baleares al grito de ¡no a la derecha! Les ha funcionado en cuatro ocasiones, con las consecuencias por todos conocidas: inseguridad jurídica y el descrédito de una comunidad, la nuestra, que merecía ser el referente del Mediterráneo.
Sin duda, la prensa apesebrada va a contribuir a torpedear el cambio que ya es improrrogable si queremos seguir creciendo. Marga Prohens debería ser consciente de que probablemente necesitará a Vox para gobernar, porque la mayoría absoluta de Andalucía puede que se repita en Madrid, aunque ésta no es una garantía en el resto de los territorios a recuperar. Y en efecto va a depender del comportamiento de las clases media y baja de Baleares, que el cambio llegue a nuestras instituciones. Convencerles, con sinceridad, es el reto que se debe afrontar en el inmediato horizonte. Solamente eso.
Como periodista de la vieja escuela, siento vergüenza del comportamiento de cierta prensa, que ha renunciado a la relevancia de su noble naturaleza: ejercer de cuarto poder, de contrapeso ante los abusos que no cesarán.
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