Las consecuencias del error de Sánchez con Argelia
El presidente Sánchez, sin consultar ni informar a nadie, respaldó por carta las pretensiones marroquíes sobre la antigua provincia española que fue el Sáhara, que España abandonó de mala manera en momentos políticos convulsos, cuya debilidad aprovechó el entonces rey marroquí, Hasán II.
Si entonces España actuó precipitadamente, después supo mantener un equilibrio táctico ante Marruecos, con la defensa del referéndum de autodeterminación que mandata la ONU, que sigue reconociendo a España como potencia administradora del Sáhara. Por otra parte, todos los gobiernos españoles han tratado de mantener una buena relación con Marruecos y con Argelia, tratando de no meterse en sus disputas. Todo eso ahora ha volado por los aires.
Esa voladura se ha producido a raíz de que Sánchez se haya plegado a los intereses marroquíes sin saber muy bien qué contraprestación ha recibido a cambio, porque tampoco parece que la colaboración de dicho país en la lucha contra la inmigración esté dando sus frutos. Es más, tras la mencionada carta, se produjo una visita a Marruecos del presidente Sánchez, que aparece retratado junto al rey de Marruecos y una bandera de España del revés, elemento que supone -de ser intencionado- una afrenta importante a los símbolos españoles.
Pues bien, tras todo ello, Sánchez no da marcha atrás ni rectifica su giro de ciento ochenta grados en dicha cuestión, sino que el otro día lo reafirmó en el Congreso. Pocas horas después, Argelia suspendía el tratado de amistad y buena vecindad firmado hace caso veinte años, daba orden de que las relaciones comerciales con España se suprimiesen y dejaba en el aire el efecto que ello podría tener sobre el suministro de gas a España.
Si Argelia dejase de vender gas a España, tendría consecuencias muy graves para nuestra economía, pues la equivocada política energética de Sánchez hace que España sea muy dependiente desde el punto de vista de la energía; dependencia que, además, se ve amenazada siempre por la inestabilidad de los países exportadores de dicho gas, ya sea Rusia para el norte y este de Europa, ya sea Argelia para nosotros en sus relaciones con Marruecos.
Adicionalmente, la no realización de transacciones financieras con España o de prohibir las exportaciones e importaciones de bienes y servicios, donde España tiene una balanza comercial con Argelia positiva en alrededor de 2.000 millones de euros, son elementos adicionales que empeoran las consecuencias negativas en la economía, fruto de una pésima política económica, cuyo impacto nocivo se acrecienta ahora por este error de política exterior.
El Gobierno se equivoca una vez más. Su política es absurda, no está al nivel que se requiere y empobrece a los españoles, haciendo que las familias no puedan pagar el recibo de la luz, llenar el depósito del coche o hacer la compra -por el impacto del precio de la energía en el conjunto de precios-, y arruinando a las empresas, que tienen que parar la fabricación y que perderán ventas y mercados. Es esta materia, como en tantas otras -por no decir en todas- es un Gobierno incompetente, que el mejor servicio que ahora podría hacer a España sería realizar la convocatoria de elecciones para dejar que lleguen al Gobierno otros que sepan afrontar los problemas y aplicar soluciones eficientes.