El colapso neuronal de Sánchez

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A pesar del reiterado uso torticero y “madurista” de Moncloa para mitinear su campaña, mereció la pena sólo por asistir anoche al colapso neuronal de 18 segundos del presidente del Gobierno en funciones. Hasta ahora, la mayoría los presumiamos en la intimidad con Begoña o con su gabinete crisis forzando la máquina para resolver el descrédito de doctorados ilegítimos y autobiografías autofelatorias en las que Sánchez confunde a San Juan de la Cruz con Fray Luis de León o a Albert Einstein con mismísimo Hemingway. Anoche, en su comparecencia ante la prensa para explicar que “lo había intentado todo para evitar las elecciones”, pudimos comprobar por qué ese “chico del biombo trampa de Ferraz” es el presidente del Gobierno que más ha huido de los periodistas respondiendo a los aquelarres racistas de Torra a través de su Twitter y huyendo al extranjero cada vez que hordas de cientos de subsaharianos han rociado con heces y ácido a nuestras policías en las vallas.

Anoche fue una de las contadas ocasiones que no pudo anticipar o calibrar ni su proteccionista ejecutiva, plenamente consciente de que, por las limitaciones intelectuales de Sánchez, cada una de sus salidas a ruedo es un potencial riesgo de plasmar otra evidencia de su desarrollo cognoscitivo desértico.

A la pregunta del periodista de OKDIARIO, Joan Guirado “¿Dimitirá como líder del PSOE si tras el 10 de noviembre no consigue ser presidente del Gobierno?, Sánchez se inhibió hasta corpóreamente del certero golpe. Palideció, juntó las manos y abrió los pulgares encogiéndose de hombros en ese ademán de la inoperancia más absoluta para repetir más solo que nunca “soy el representante de la fuerza más votada”. Se transmutó en el Monchito de Moncloa abandonado durante 18 eternos segundos por su ventrílocuo, el que, hasta ahora, le ha hecho repetir que Podemos ha impedido un gobierno socialista hasta en cuatro ocasiones a pesar de que, en realidad, ha sido, precisamente, Iglesias el que le abrió el portón de la moción de censura de Mariano Rajoy. Declararse independiente de Podemos lo es tanto como que Monchito o Macario se declarara emancipado de José Luis Moreno, el creador de su existencia y de la hueca madera y del talante sectario de un tipo tan peligroso como desideologizado.

Pero no fue esa la más alevosa de las mentiras escuchadas a lo largo de estos días. De todas ellas, afirmar que el PSOE era una garantía de la defensa de la Constitución en tierra Navarra fue, con mucha diferencia la más repulsiva de todas, pues desde el domingo 26 de mayo, fecha de los comicios electorales navarros, fue el ahora número dos de Ábalos y hasta 2017 secretarios de organización del PSE, Santos Cerdán, el que fraguó personalmente la alianza de “la furcia” con la nueva Batasuna.

Era el pretoriano de Ábalos, el que con el beneplácito de Sánchez, más esmero y diligencia puso en esa preferida tarea sanchista y zapaterista de blanquear a Bildu, disuadiéndole, por ahora, de sus posturas maximalistas por una cuestión estética. Santos Cerdán ha sido al dircom de Chivite compartido con Otegi durante todo el proceso de fragua de poder socialista y batasuno en Navarra. En su impostura, y para comenzar aquel período con el mínimo recato y decencia que se espera de un partido con 11 militantes asesinados por ETA, Cerdán abrió el mes de mayo llamando al orden a Chivite impostadamente desde Ferraz mientras expedía sus billetes de tren a Navarra para tomarse el té con pastas con Otegi. Después, éste volvía de nuevo a la villa madrileña para contestar desde Ferraz sus propios correos electrónicos enviados por él mismo desde el ordenador de la sede socialista navarra sita Paseo de Pablo Sarasate Pasalekua, 15. Ese pastiche romántico del sanchismo y Batasuna alumbró a 16 de los 30 diputados de Chivite desde las entrañas Sabinoaranistas y filoetarras. Esa vergüenza de la que hoy ponen pies en polvorosa los familiares de los socialistas asesinados como José María Múgica.

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