Cataluña, epicentro del salafismo
En la tertulia del pasado jueves de Rac1, la cadena del conde de Godó, estaban excitadísimos. Iba sobre el congreso islamista que se celebra en Torredembarra este jueves, viernes y sábado. Al día siguiente, por cierto, de la Diada. El karma existe.
Hace unos días veía un vídeo de promoción del acto y se veía el planeta Tierra. Poco a poco la cámara se acercaba a Europa, luego a la península, y finalmente a la citada localidad próxima a Tarragona. Por unos días, centro del islamismo mundial.
Parecía incluso una invitación a todos los musulmanes del mundo a venir. O, al menos, a seguirlo a través de las redes.
Hay que aclarar que, en la citada tertulia, había Concepción Veray, Tian Riba, Pere Mas, Neus Tomàs y David Fernández. Como invitada, la directora del Diari de Tarragona, Natàlia Rodríguez.
Veray debía ser la cuota «contitucionalista» o «españolista» como se dice en estos casos. Una histórica del PP en las comarcas de Gerona. Seguramente el territorio catalán más reacio, incluso hostil, al Partido Popular. Ahora su hermano es diputado en el Parlament.
Todo el resto -incluido el presentador, Jordi Basté- eran independentistas. Tian Riba tiene varios libros sobre el proceso. Yo me he leído tres de ellos. Uno hasta está dedicado a los capitanes Mas y Junqueras.
En alguno definía a Francesc Homs como el «ideólogo» del proceso. E incluso el «dueño de Palau». En fin, ya ven donde está ahora el hombre de confianza de Artur Mas: desaparecido en combate. Pero a él le sirvió, con semejante bagaje, para hacer carrera en TV3.
Pere Mas era el presentador del programa de Catalunya Ràdio que consiguió, en el 2011, hacerle una broma al Rey Juan Carlos por teléfono tras hacerse pasar uno de sus redactores por Artur Mas. Ya ven la coincidencia de los apellidos.
Le costó el cargo porque entonces, en la cadena de la Generalitat, mandaba Fèlix Riera, de Unió. CiU no había empezado todavía la deriva nacionalista. O no del todo. Pero con este pedigree encontró acomodo, como colaborador, en TV3 o en la citada Rac1.
Hay que decir que el redactor en cuestión, Ricard Ustrell, ha hecho más carrera que él. Después del gag se disparó su trayectoria profesional en la Corpo. Tanto en Catalunya Ràdio, ahora presenta las mañanas, como en TV3, donde ha tenido varios programas a su cargo. Incluso en horarios de máxima audiencia.
Neus Tomàs es responsable de la edición catalana de elDiario.es, de marcada tendencia progresista. Fue, en su día, jefe de prensa del socialista Quim Nadal cuando era consejero de Política Territorial. El mismo que, una vez roto con el PSC, ha sido ahora titular de Universidades con Esquerra.
David Fernández fue aquel diputado de la CUP que, tras la consulta del 9-N, que en cierta manera supuso la ignición del proceso, se dio un abrazo con Artur Mas. La encajada no impidió que la formación anticapitalista enviara a Mas a la «papelera de la historia» dos años después.
Y finalmente, Natàlia Rodríguez, la directora del Diari de Tarragona. Creo que es de la órbita de Junts porque de las primeras cosas que hizo tras llegar al cargo fue prescindir de los artículos del abogado Pere Lluís Huguet, actualmente diputado del PP en el Parlament.
Jordi Basté empezó explicando que «nadie quiere hacer declaraciones». Ni los «organizadores del congreso», ni «el Ayuntamiento de Torredembarra porque estaban de fiesta mayor» ni la «dirección de Asuntos Religiosos de la Generalitat por el traspaso de poderes».
Suele ser habitual en estos casos. El mismo día había pleno en el Parlamento catalán, el primero del nuevo período de sesiones, y todo el mundo pasó de puntillas.
Excepto los diputados de Vox, que pidieron la suspensión del congreso y la comparecencia de los consejeros de Justicia, Ramon Espadaler, ex Unió; y de Igualdad, la socialista Eva Menor.
La alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols, también aprovechó la sesión de control para soltar una indirecta a Salvador Illa: «¿Lo sabe que, en Torredembarra, hay un ciclo de conferencias islámicas y que uno de los ponentes dice públicamente que las mujeres que se perfuman son unas putas?». Silencio en el hemiciclo.
Fue el mismo pleno en el que la líder de Aliança Catalana acusó a la diputada de ERC Najat Driouech de «misoginia islámica» por llevar el velo en el interior de la cámara. Hasta Salvador Illa salió en defensa de la parlamentaria republicana que, en su opinión, «le da mil vueltas usted». Hubo aplausos en los bancos de Esquerra.
La amistad entre ambas viene de lejos porque, en enero, fue la diputada de ERC la que rompió el fuego al acusar a Orriols de normalizar el «discurso de odio» y aceptar el relato de la «extrema derecha». Ésta contraatacó: «Una vez normalizas la misiginia islámica acabas aceptando diputados con pañuelo».
Pero, como decía, Jordi Basté comenzó diciendo que iba a poner unas declaraciones «terribles» del imán melillense Malik Benaisa. Que conste que es licenciado en filología inglesa, tiene un máster de profesorado, otro de diversidad y está doctorando en Ciencias de la Educación.
La verdad es que el vídeo en cuestión es del 2011. Cuando hace unos días empezó la polémica -parece que fueron los colegas de Rac1- me sorprendió porque yo ya lo había visto hace años.
El presentador de las mañanas de Rac1 afirmó que era una «interpretación de los preceptos del Islam» pero que el fiscal archivó en su día la causa. Faltaban doce minutos para las diez de la mañana del citado jueves.
Explicó que el imán en cuestión tiene 30.000 suscriptores en YouTube antes de pasar un corte: «Toda mujer que se perfume y sale de su casa pasando delante de los hombres que huelen su perfume es una fornicadora».
Añadió una recomendación conyugal: «En casa la mujer tiene que ser conformista, la que no para de quejarse, de poner el grito en el cielo, frena al marido».
La directora del Diari de Tarragona admitió entonces que la noticia les cogió «por sorpresa» y que el congreso era sobre «qué pueden hacer las mujeres y qué no pueden hacer». Sin embargo, se preveía la asistencia de «unas mil personas».
«Déu n’hi do», exclamó Basté. Una expresión catalana que podríamos traducir por el castizo «pardiez».
También reveló que «no es el primer encuentro» de este tipo, pero sí «el primer congreso nacional islámico».
En fin, pueden imaginar la población magrebí de Torredembarra, antaño una localidad turística de la Costa Dorada. Con unos 17.000 habitantes, más del 18% procede del Magreb aunque las estadísticas oficiales siempre se quedan cortas. Los sin papeles no salen. Y los nacionalizados tras diez años de residencia legal en España, dejan de salir.
La propia periodista explicó que hay «una mezquita muy grande» en un polígono cercano y que asiste «muchísimo público» a las oraciones.
Entonces Basté le recordó que los Mossos «hace diez o quince años decían que esta zona de Tarragona era el epicentro del salafismo».
Lo recuerdo perfectamente. Fue una noticia que dio la colega de la edición catalana de El País, Rebeca Carranco, en junio del 2016: «Los salafistas controlan una de cada tres mezquitas en Cataluña», rezaba el titular. «Los oratorios vinculados a este movimiento islamista se han duplicado en una década», ampliaba el subtítulo.
Han pasado casi diez años. ¿Qué se ha hecho desde entonces? Pues supongo que poca cosa más allá del control policial. Yo mismo, lo he contado alguna vez, pregunté sobre el tema al entonces portavoz del Govern, Francesc Homs; a su sucesora, Neus Munté; e incluso al consejero del Interior, Jordi Jané, en sendas ruedas de prensa. Los tres apelaron a la libertad religiosa.
Natalia Rodríguez explicó a continuación que «acabo de volver de vivir en Bruselas» -donde en efecto ha residido diez años- y afirmó que «la composición social de nuestras ciudades: de Tarragona, de Reus, de Valls, de Torredembarra» no difería demasiado de otras ciudades europeas como Bruselas, Amberes o Charleroi. «Bruselas es la segona capital de Marruecos», admitió. ¿Pero esto no es la teoría maldita de la gran sustitución?
«No tiene por qué haber disminuido el número de salafistas», añadió con una lógica aplastante. Aunque «no todo el salafismo es igual» se apresuró a a matizar. Basté corroboró las diferencias con un «evidentemente». «Estamos en normalidad europea», aseguró para tranquilizar a los oyentes y al resto de tertulianos.
Desde luego el salafismo no es yihadismo, que supone ya terrorismo islamista. Pero también es obvio que la mayoría de yihadistas proceden del salafismo o de otras corrientes radicales del Islam. Pese a que un salafista no se considera un radical sino un buen musulmán.
Si han llegado hasta aquí, a pesar de la extensión del artículo, les advierto que ahora viene lo bueno.
Jordi Basté se preguntó entonces: «¿Cómo pueden tener ponentes como este?». Y a mí me vino a la cabeza otra expresión catalana: «!Basté, baja del huerto!», que no es lo mismo que llevar al huerto. Significaría: despierta, aterriza, tener los pies en el suelo.
Lo mejor fue la ronda de intervenciones del resto de contertulios. Por eso he querido, al inicio de esta columna, situarlos en su contexto.
Pere Mas, el de la broma al Rey Juan Carlos, dijo que eran «de un machismo» pero que bueno «el señor Marcel·lí deber pensar bastante lo mismo».
Se refería a un personaje ficticio de la misma cadena de radio, en este caso de la franja de tarde, con Toni Clapés: un señor de avanzada edad que interpreta Jaume Nolla. Que, por cierto, fue candidato del Front Nacional de Catalunya, el partido del que nació Aliança Catalana.
Luego ponía al mismo nivel el «imán facha» con «el capellán de Navarra» que, entre murmullos, cuestionó la llegada de inmigrantes sin papeles. Aquel que constata, durante las vacaciones, que en Andalucía había parroquias en las que sólo asistían «40 feligreses a misa». Sin embargo, las mezquitas estaban llenas.
Pere Mas también disparó contra «el portavoz de la conferencia episcopal justificando la faldita» en alusión a la polémica por la canción de aquel alcalde del PP. Yo, de verdad, no pasé de la primera comunión, me casé por lo civil, mis hijos no están ni bautizados; pero no se me ocurriría poner al mismo nivel la Iglesia católica y el Islam.
Tian Riba criticó que la fiscalía de Ceuta archivara el caso porque él veía un delito de «violencia machista» o de «discriminación de las mujeres». Y recordó que Ceuta «en principio es una ciudad autónoma española». Ya está, pensé: la culpa es de España.
Neus Tomàs intervino para decir que «la comparación que hace Pere me parece acertada». Es decir, ponía en el mismo saco la Iglesia católica y el Islam.
Incluso aprovechó para lanzar una indirecta a Tamara Falcó y alguna otra influencer que, a su juicio, da una «imagen claramente conservadora de la mujer». Supongo que lo decía por RoRo, que se hizo famosa cocinando para su novio.
«Quieren -añadió- que las mujeres volvamos a tener el papel tradicional de la cocina, los hijos y la casa», se lamentó.
Ahí, al menos, saltó Tian Riba, que dijo que había una «distancia sideral» entre el caso del imán y las tradwifes españolas. La propia Neus Tomàs lo reconoció, pero dejó claro que «tenemos que estar en alerta permanente».
E insistió en que «me provoca asco este señor el Islam y el portavoz de la Conferencia Episcopal». Los dos al mismo nivel. Jordi Basté intervino en ese momento para decir que «hay que hablar de la inmigración y mucho» pero que a hacerlo se herían sensibilidades.
Lo que no dijo es que el nacionalismo catalán, con Pujol al frente, propició la inmigración magrebí porque pensaron que la latinoamericana no aprendería catalán.
La prueba es que la primera oficina que abrió la Generalitat fue, a finales de los 90, fue en Casablanca (Marruecos). Incluso pusieron al ex secretario general de ERC, Àngel Colom, de delegado. Neus Tomàs volvió a la carga e insistió en que «no se pude generalizar».
La única que puso un poco de juicio fue Concepció Veray, que recordó que uno de los invitados al congreso «se le deportó» por orden del Ministerio del Interior y que «los partidos salieron en su defensa».
Se refería, efecto, a Mohamed Said, de Reus. Recibió en su día muestras de apoyo del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, en los pasillos del Parlament. De la entonces consejera de Igualdad y feminismos, Tània Verge, que lo recibió en su despacho. E incluso de Gabriel Rufián (ERC) y de Miquel Iceta (PSC). «Hay que ser más valiente y menos hipócrita», apostilló Veray.
David Fernández, de la CUP, aprovechó para criticar las «ultraortodoxias religiosas» con lo cual ponía también a católicos y musulmanes en el mismo saco. Incluso aseguró que, en Mallorca, «chicas del Opus de Madrid quedaban con chicas musulmanas en un entorno de puritanismo».
Arremetió a continuación contra los «discursos de odio» -de la derecha, supongo; la izquierda es pura- y manifestó que «la islamofobia es un problema en Europa, un problema estructural».
Dijo la islamofobia, no los últimos apuñalados por terroristas islamistas en Algeciras, Mannheim o Solingen, entre otras localidades.
Luego lamentó que «las personas migrantes estén ausentes» del debate político y faltó poco para pedir el voto para los recién llegados.
En fin no les molesto más. Natalia Rodríguez, desde su experiencia europea, advirtió sobre «la rendición de los estados» y que «Francia es el caso más evidente» porque en las banlieues «ha tirado la toalla». Y yo pensé que, en Cataluña, vamos por el mismo camino.
Sólo un detalle final. Sílvia Orriols, dijo a finales de agosto que «el Islam es incompatible con Occidente». Incluso retuiteó la misma frase Ignacio Garriga, de Vox, a pesar de la distancia ideológica entre ambos. Al menos en el tema catalán.
De momento no hay constancia de que la Generalitat la haya multado. Como los 10.000 euros que le impuso la entonces consejera de ERC Tània Verge. Pero a ver si, a la vista de los acontecimientos, va a tener razón.