El «biquiño» de Yolanda Díaz

El «biquiño» de Yolanda Díaz

Arcadi Espada se mostró remiso el martes, en el espacio En boca de todos de la Cuatro, donde aparece un minuto o dos al final del programa, a decir algo sobre Yolanda Díaz como le solicitaban. Pero no se calló que le parecía una política que creía que su electorado lo formaba un público de menores de diez años. Y algo así también me parece a mí.

Ese es el talante (en el sentido zapateriano del término) de una vicepresidenta que a mí me fascina por esa seguridad en sí misma, esa confianza sin fisuras en su discurso, cuando tiene el rigor de quien se ha medido siempre con simplones que, encima, la han jaleado. Y, fascinada, la veo en vídeos donde dice que “en una semana” va a anunciar algo que parece asumir que será la bomba por lo menos para la Humanidad en su conjunto, y que encima lo hará “con carácter inmediato”. Lo de “carácter inmediato” traiciona la solemnidad de la funcionaria sindical que en el fondo (y en la forma) es, pero que la diluye en un tono superguay de tía curtida en tómbolas de parroquia (parroquia laica de partido, claro).

Ese “carácter inmediato” es un tropezón en un discurso que termina apelando a algo así como incorporar “la alegría” en la política. Debe de ser esa “alegría” que intuyes en ella, que hace días que debe fantasear con ser la primera presidenta de España y salir en todas las revistas. Y no es el mejor vídeo que le he visto. Hay uno absolutamente total, que linko aquí, donde convoca a un acto el próximo domingo y se despide de los videntes, pásmense, ¡con un “biquiño”! ¿Un “biquiño” no era en galego un breve besito en los labios?

Esto es mejor aún que lo de Leire Pajín. Un tipo de mujer que triunfa en el PSOE. Debe de ser por eso (y por revancha contra Podemos) que el presidente del gobierno otorgó generosamente a la señora del “biquiño” más de 60 minutos de reloj el día de la moción de censura de Vox para su, digamos, lucimiento, y para propaganda de su, digamos, proyecto político. Porque no se puede decir que respondiera al candidato de la moción propuesto por Vox, el Sr. Tamames. Era, obviamente, un discurso elaborado muchos días antes en base a lo que se suponía iba a ser la perorata del anciano economista.

Pero que más dará. Ahí estaba la pizpireta vicepresidenta aprovechando a conciencia la oportunidad. Porque astuta y oportunista también parece un rato. A base de “biquiños” debe de haber ido dejando por el camino a un montón de cadáveres que no se lo vieron venir. Así está Pablo Iglesias: como una hidra.

No voy ni a entrar en el soporífero y largo recuento de maravillas conseguidas por ella y su gobierno, ejemplo para el mundo mundial. Con todos los tópicos, memeces e insultillos propios de su condición. Seguro que no le faltará eco en un electorado de izquierdas que ha echado por tierra a estas alturas al famoso “efecto Flynn”, ese que aseguraba hasta hace poco que el cociente intelectual había crecido en el planeta. No en una parte, no.

Sánchez ha aprovechado el “no hay mal que por bien no venga” de una moción donde se le ha escapado vivo el PP para insinuar un tándem con Yolanda Díaz. Escenificando una alternativa al espantajo de la pareja Feijóo/Abascal que no será ni de largo tan pinturera. No imaginas a Feijóo lanzando “biquiños” aunque sea galego. Y Abascal se hizo conocido por andar a lomos de un caballo blanco en plan Reconquista. Es otro rollo.

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