Biden como Sánchez, en caída libre

Jorge Mestre

Lo de Pedro Sánchez es de nota. Después de estar tiempo mendigando una foto que nunca llegaba con el presidente estadounidense, Jose Biden, y que tuvo que esperar siete meses desde su elección, ahora resulta que sigue persiguiéndolo como se vio en Glasgow a pesar de estar ante un personaje más que amortizado dentro de su país y en el ámbito internacional.

Un año se ha cumplido desde que el 3 de noviembre de 2020 se celebrasen las elecciones más polémicas de los EEUU cuyos resultados fueron apelados por Trump y los republicanos por las elevadas sospechas de fraude. Los demócratas levantaron la bandera de haber logrado el apoyo de 80 millones de votos, el apoyo más alto jamás recibido por un candidato presidencial, pero resulta que un año después los problemas para el inquilino de la Casa Blanca se le acumulan de igual modo o más que a su homólogo español.

El porcentaje de estadounidenses que han dado la espalda a su comandante en jefe superan a los que siguen creyendo en él. Nunca antes un presidente de la izquierda estadounidense desde los tiempos de Harry Truman (hace casi 80 años) cosechaba tan mal resultado en su primer año. Las razones son varias, desde una nefasta campaña antivacunación, pasando por una política migratoria que ha terminado por hacer buena a la de Trump, y acabando por una mala política económica.

Sobre la vacunación, los bajos niveles de vacunación de la población estadounidense llevaron a la Casa Blanca a imponer la obligación de inocular a los trabajadores de empresas de más de 100 personas. Biden pretendía de este modo obligar a decenas de millones de individuos a vacunarse contra el covid-19 en los primeros cinco días de enero. Ahora, un tribunal de Texas ha revocado esta medida por sus enormes problemas constitucionales.

Como puede verse la izquierda sigue los mismos patrones en todo el mundo. En los EEUU, los demócratas tienen las mismas ansias de intervenir en la vida de los ciudadanos que la izquierda española, como se vio cuando Sánchez y su banda socialcomunista se pasaron por el forro la ilegalidad de un confinamiento y demás estados de alarma que para nuestra desgracia fueron considerados inconstitucionales año y medio después, cuando el mal ya se había hecho.

Joe Biden quiso también enmendar en su totalidad la política migratoria de su predecesor cuando resulta que ha sido el presidente que más detenciones de inmigrantes ha realizado en las fronteras. Hasta octubre 1,7 millones de inmigrantes habían sido detenidos. Curiosamente todas estas cifras se dispararon en los meses posteriores a la toma de posesión de Joe Biden y tan sólo entre julio y agosto se detuvieron a 200.000 inmigrantes. Cifras de verdadero récord.

La política económica de la administración norteamericana también está mal pues no está impidiendo el alza de los precios y, por tanto, la pérdida de poder adquisitivo de sus conciudadanos. A ello se le suman los problemas que en la economía ha provocado la variante delta de la pandemia o la crisis de suministros que aqueja tanto a EEUU como a otros países industrializados.

Todo ello ha hecho que a un año de las elecciones de mitad de mandato y en la primera parte de su legislatura, el horizonte para Biden y para los demócratas sea más que negativo. Las primeras encuestas de lo que puede pasar el año que viene ya vaticinan una victoria aplastante de los republicanos con un Donald Trump con ganas de volver a repetir en 2024. Quizás la explicación a la siempre tan ansiada foto de Sánchez con Biden sea la búsqueda de la complicidad de dos presidentes que se apagan, que no pasan por su mejor momento. La búsqueda del hombro ajeno sobre el que llorar sus penas. La confraternización de sus respectivas caídas en picado.

 

Lo último en Opinión

Últimas noticias