Barrigas sí, piernas ortopédicas no

Barrigas sí, piernas ortopédicas no
Barrigas sí, piernas ortopédicas no
  • Carla de la Lá
  • Escritora, periodista y profesora de la Universidad San Pablo CEU. Directora de la agencia Globe Comunicación en Madrid. Escribo sobre política y estilo de vida.

Nací en 1977 y conservo muchos recuerdos de las playas, chiringuitos e incluso de las piscinas españolas desde entonces, así como de las comunidades que las frecuentaban, sólo individuos e individuas atléticos, delgados pero tersos y prietos, como esculpidos por la mano de Miguel Ángel.

Mis padres tomaron fotografías e incluso vídeos para dejar constancia de mis primeros baños de sol, pero también esperando en silencio un cambio político que no podría haberse dado sin ti, Irene. Mientras, la pobre tía Mariló, de generosas posaderas, esperaba, como tantos, estoicamente en el coche sin aire acondicionado, a que los bellos de la familia gozáramos de los privilegios de nuestros cuerpos danone al aire libre. ¡Qué perverso era este mundo (del que todos fuimos cómplices) sin ti!, Irene.

Lo digo con el corazón y una guitarra en la mano, porque esta columna no la estoy escribiendo, la estoy cantando, se titula “Sin ti”. Sin ti, Irene, porque sin ti y tu poderosa mano redentora, sólo los cuerpos ultra modelados y trabajados, sólo las diosas y dioses del gimnasio podían bajar a comprar el pan, sin ser asaltados y recluidos en crueles residencias para zampabollos.

Hoy, feliz 2022, ¡brindemos por el Ministerio de Igualdad! el verano ya es también de las gordas, gordos y gordes y todo te lo debemos a ti, Irene. Esos inocentes que no se ajustaban a los severísimos cánones de la moda y que hasta ahora pasaban sus vacaciones escondidos en sus casas y acompañados exclusivamente por un pirulo tropical (helado machista que pronto será cancelado) y un ventilador desvencijado, esos que no se atrevían a pasear sus mollas ni sus lorzas por las costas de nuestra España, viven momentos de intensa emoción y todas, todos y todes estamos de fiesta.
Pero brindemos de nuevo, cada vez más personas solas, gordas y borrachas. Sin ti, este paraíso no sería una realidad, Irene, Sin tiiii, ¡trompetas, guitarrones, mariachis!

La semana pasada comencé a advertir esta bellísima transformación social, salí a la calle y esperando en un semáforo, acalorada, me pareció que a mi lado esperaba también una mujer con sobrepeso. Bajé la mirada desconcertada por el sol de justicia y atribuí semejante visión a las extremas condiciones atmosféricas y mi baja tensión ¿una gorda por la calle, mostrando su cuerpo, libre?

Poco después, paseando a mis perros, me crucé con dos muchachas mofletudas y despreocupadas de muslos desparramados en minishort que caminaban ágiles y pizpiretas, Castellana abajo, como si nada, charlando de sus cosas, sin rastro de terror o desasosiego en sus semblantes.

Mirando por la ventana al atardecer, creí ver la misma cosa, otro milagro, otro rechoncho en la vía pública, y como si tal cosa… Vivo en un séptimo y no llevaba las lentillas de contacto, probablemente fuera una modelo de proporciones canónicas embarazada de nueve meses…

Sin embargo, mi hije de catorce años ha confirmado este sueño libertario y me ha contado que en las piscinas de la urbanización de un amigue, descansando impunemente sobre una toalla de rayas detectó un par de tallas 44 en bikini brasileño, para más inri. Se asustó, por la novedad, y porque creyó, como cualquiera, que le había dado una insolación o que había tragado demasiada agua salada de la piscina. Pero no. Gritemos la extraordinaria noticia: ¡España es libre! ¡Irene, nuestra Juana de Arco, ha roto las cadenas!

A partir de ahora, que lo sepáis modelis, ya no pasearéis solas por la orilla de la playa ni jugaréis vosotras solas a las palas, ni recogeréis, luciendo vuestros glúteos sin mácula, todas las conchitas. De ahora en adelante compartiréis los espacios veraniegos con las gordas, gordos y gordes.

-¿Cómo? ¿En serio? -gritarán presas del pánico- por quedarse sin sombrilla y hamaca…
-Así es, pero no os preocupéis, los cojitos y amputados, o los que tengan extremidades ortopédicas aún no tienen pase, Imaginamos que esa salvedad se la debemos a Ángela Rodríguez, PAM.
-¡¡Vaya!!
-Lo importante es que vamos avanzando, eso sí, con las dos piernas.

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