La castuza le sale cara a los galapagueños

La castuza le sale cara a los galapagueños

Es poco probable que a Pablo Iglesias, al menos a tenor de las incomodidades que está causando a todos los galapagueños, le honren con la distinción de vecino predilecto de Galapagar. El dirigente de Podemos le está saliendo caro al Ayuntamiento de la localidad madrileña y, por lo tanto, a los más de 32.000 vecinos. El Consistorio de Daniel Pérez se ha visto obligado a contratar nueve agentes de Policía Municipal –que cobrarán entre 31.000 y 33.200 euros– para reforzar los servicios de seguridad ciudadana, ya que la Guardia Civil ha tenido que emplear sus recursos para que agentes del Cuerpo custodien durante las 24 horas del día el casoplón de lujo del dirigente de Podemos y su pareja, Irene Montero.

Varios agentes de la Benemérita de Galapagar, por mandato del Ministerio del Interior, llevan meses custodiando la seguridad particular de los dirigentes podemitas para que, y así lo explicaron fuentes ministeriales entonces, el irregular chalet de más de 600.000 euros levantado sobre una zona verde protegida –tal y como ha podido constatar OKDIARIO– no se convierta en un lugar de conflicto. Una decisión gubernamental que no sólo es costosa para los galapagueños, sino también para todos los españoles, ya que el Consistorio madrileño ha pedido a la cartera de Fernando Grande-Marlaska que se repongan los agentes de la Guardia Civil –incluyendo los relevos– destinados a la seguridad estática de Podemos.

Tras la mudanza de los podemitas desde Vallecas a la lujosa casa al Oeste de la región ha habido varios atracos y un sonado secuestro express de dos menores a punta de pistola. Unos angustiosos altercados que, según aseguran los responsables del CSIF, se deben a la escasez de efectivos que velan por la seguridad de todos los ciudadanos de Galapagar. El líder podemita, con la indecente incoherencia en la que siempre termina cayendo la izquierda, está gozando de aquellos privilegios que sólo la casta –aquella a la que antaño tanto llamó a destruir y despreciar– tiene a su merced. Iglesias, que ejerce la política blandiendo el estandarte del comunismo y se cobija al calor de los deleites capitalistas, ha debido olvidar ya aquel barrio obrero de Madrid donde prefería vivir para no aislarse de los problemas reales de los ciudadanos.

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