Nos falta cultura democrática

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La noticia más comentada últimamente hace referencia a esa atomización de la izquierda provocada, entre comillas, por la salida de Íñigo Errejón de  Podemos y la inminente formación de un partido o de una nueva opción política que concurrirá a las elecciones autonómicas del mes de mayo en la Comunidad de Madrid.

Hemos podido ver que algunos de los referentes de la formación morada, como su secretario de Organización, Pablo Echenique, o el propio Errejón, han hecho manifestaciones públicas un poco fuera de lugar. En definitiva, y más allá de la anécdota que evidencia la falta de madurez de algunos de los representantes de Podemos, creo que cabría hacer un análisis y una autocrítica como sociedad.

Sí, porque, a tenor de lo que está publicándose en algunos medios de comunicación criticando la creación de una nueva formación política, creo que sería interesante analizar nuestro nivel en cultura democrática. Si miramos a otros países de Europa vemos como no es poco habitual que se creen nuevas formaciones, que unas creen acuerdos y se diluyan con otras a causa de las necesidades sociales que vayan surgiendo sobre la marcha. En España, sin embargo, tenemos cierta tendencia a criticar aquello que se sale de la foto, aquello que, de repente, cambia de opinión y, además, solemos señalar con el dedo a los que dan un paso adelante y deciden hacer algo diferente o proponer una alternativa.

Somos muy críticos y duros con nosotros mismos cuando, precisamente, gracias a la valentía de muchas personas que se dieron cuenta de que las formaciones en las que estaban no eran lo suficientemente permeables o flexibles se ha dado lugar en la historia a cambios muy positivos para todos. Creo, por ello, que una sociedad que es democrática es aquella que ofrece múltiples posibilidades de votación a sus electores.

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