El modelo Sánchez: el poder por encima de los principios

El modelo Sánchez: el poder por encima de los principios

El único beneficiado del desgobierno de Pedro Sánchez es el propio Pedro Sánchez. Olviden ustedes la posibilidad de tener un presidente del Gobierno con la suficiente altura de miras como para poner los intereses generales por delante de los particulares. Sánchez hace del poder su credo y, con tal de mantenerlo, es capaz de renunciar a cualquier tipo de principio gestor. Un Maquiavelo que no escatimará en medios con tal de conseguir su único fin: seguir en La Moncloa. Así lo ha demostrado con las negociaciones del Brexit que atañen a España. Ha sido capaz de entregar Gibraltar con tal de colocar a Nadia Calviño como posible vicepresidenta de la UE con control sobre el área económica.

El pasado mes de abril de 2017, el Gobierno del Partido Popular, aprovechando la fortaleza de la Unión Europea sobre Reino Unido en todo lo que atañe al Brexit, consiguió que las autoridades comunitarias se comprometieran a respetar el veto español para cualquier acuerdo sobre Gibraltar que se firmase tras el abandono británico de la estructura europea. Sin embargo, menos de dos años después, y gracias a la perniciosa ambición de Sánchez, España ha perdido esa posición de poder que establecía que «ningún acuerdo entre la UE y Reino Unido podrá aplicarse al territorio de Gibraltar sin un acuerdo entre el Reino de España y Reino Unido».

Lo peor de todo es que el Ejecutivo socialista es consciente de ello. De hecho, el Ministerio de Asuntos Exteriores ha encargado informes a varios ministerios para negar los perniciosos efectos que provocan la pérdida de fuerza en el asunto de Gibraltar. Todo con tal de tener una influencia que Pedro Sánchez cree clave para seguir extendiendo su Gobierno imposible. Por ejemplo, garantizándose que le aprueben los Presupuestos Generales del desastre que dispararán el gasto público y los impuestazos. No obstante, algo así se podía esperar del actual jefe del Ejecutivo. Antes de ceder sobre Gibraltar ya había cedido el honor y los recursos públicos de todos los españoles para contentar a los golpistas catalanes y a los nacionalistas vascos. Poco más que añadir.

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