La zorra vigila el gallinero

La zorra vigila el gallinero

Resulta casi kafkiano que el encargado de aplicar el artículo 155 en Cataluña aparezca como implicado en los correos de organización del referéndum ilegal del 1-O, un acto prohibido por el Tribunal Constitucional. Es como poner a la zorra a vigilar el gallinero: un dislate supino. El Ejecutivo debe ser más determinante ante este tipo de situaciones. Víctor Cullell i Comellas no puede ser la persona encargada de «prestar asistencia jurídica y apoyo técnico al Gobierno». Hablamos de una persona que durante su etapa en el Govern comandado por Carles Puigdemont se definía como «secretario de Autogobierno».

Es una broma de mal gusto, una paradoja diabólica, que ahora sea justamente él quien se encargue de aplicar la norma recogida en la Carta Magna y que, por lo tanto, debiera ser uno de los guardianes del Estado de Derecho en la región. Precisamente, y según la Guardia Civil, el mismo Estado de Derecho que junto al resto de golpistas fieles al huido Puigdemont han tratado de subvertir durante la crisis política más importante que ha padecido España desde el Golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. No obstante, y a pesar de estar en los listados policiales, sigue en pleno desarrollo de su actividad con el título de «secretario del Gobierno».

Ese mismo Gobierno que ha tratado de dinamitar poniendo en riesgo la viabilidad de Cataluña a nivel político, económico y social. Cullell no está solo en ese listado. Con él está también Elsa Artadi, la candidata que la antigua Convergencia trata ahora de colocar para presidir la Generalitat y que, obviamente, estaría totalmente desacreditada dada su vinculación con los hechos golpistas. También están incluidos Marta Subirá y Josep Ginesta, secretaria de Medio Ambiente y secretario de Trabajo respectivamente. Individuos que deberían estar inhabilitados si el 155 se aplicara con el rigor que merece el contexto. El Gobierno debe destituir a cualquier persona que haya tenido relación con la organización o la ejecución del golpe de Estado. La permisividad con el separatismo refuerza las veleidades del propio separatismo.

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