Obsesionados con sangrar a los españoles

Obsesionados con sangrar a los españoles

Dice el refrán que nadie escarmienta en cabeza ajena. Pedro Sánchez no es una excepción, pues parece ajeno al valor de la experiencia como manera de aprendizaje. Algo que debería ser inherente a un hombre de Estado o, en su defecto, al líder de la oposición de cualquier país serio y que, sin embargo, resulta imperceptible en el secretario general del Partido Socialista a tenor de sus acciones. Desafiar a Susana Díaz eligiendo Granada para el inicio de su defensa de las pensiones a base de subir los impuestos es un doble error. En primer lugar, porque crea un cisma en uno de los principales graneros de votos de los socialistas. No olvidemos que detrás de cualquier éxito del PSOE está el apoyo que otorgue Andalucía. Poner en riesgo ese valor es poner en riesgo la viabilidad de la propia formación. En segundo lugar, porque aumentar los gravámenes es la propuesta más nociva que se puede hacer dado el contexto de recuperación casi definitiva que vive nuestro país. La excusa de las pensiones suena a electoralismo superficial más que a una medida de aplicación real.

En el PSOE parecen obsesionados con sangrar a los españoles ahora que sus bolsillos empiezan a recuperar el pulso tras superar la crisis global en la que ahondó de manera decisiva y particular para nuestro país la ineficacia gestora del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Tras el descalabro reciente del PSC en Cataluña con el segundo peor resultado de su historia, Sánchez está empeñado en seguir la desastrosa senda económica que eligió Miquel Iceta para su campaña. Iceta pretendía que una subida de impuestos a nivel nacional cubriera las exigencias independentistas con más de 15.000 millones de euros. Una locura para favorecer a los que quieren romper España en dos y que sólo era una parte del impuestazo que tienen en la cabeza los socialistas con un incremento de cuatro puntos en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) y de 12 sobre los del ahorro, amén de una persecución a las empresas, generadoras de empleo y factor esencial en el hecho de que España continúe a la cabeza de los países que más crecen dentro de la Unión Europea. Con ese panorama, y en vez de elegir la opción de crear empleo para generar más cotizantes, la idea de los socialistas pasa por una «cesta de nuevos impuestos» como solución para combatir el déficit de la Seguridad Social.

Esa subida fiscal supondría un retroceso en el poder adquisitivo de los españoles y, por lo tanto, una merma para nuestra economía. Además, la propuesta es vaga, ya que sólo han especificado la cantidad: 2.800 millones de euros, pero no en qué impuestos sería aplicable. Así no se arreglará el problema de las pensiones. Éstas dependen de los cotizantes y sin una economía a pleno rendimiento no habría creación de empleo y, por lo tanto, España se quedaría sin contribuyentes. Pedro Sánchez debería tener más memoria para no repetir los errores del pasado. Recordar, por ejemplo, su periplo por el purgatorio de la política, cuando se vio obligado a dimitir tras cosechar de manera consecutiva los dos peores resultados en la historia de su partido. Con estas medidas iría por el mismo camino. Sus provocaciones a Susana Díaz generan una división interna innecesaria y dañina para los intereses del partido que dirige. Además, en lo relativo a la pura materia económica, no ha de olvidar que el dinero de los españoles está mejor en sus respectivos bolsillos que en la hucha del ministro de Hacienda de turno.

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