Podemos y su gulag informativo

Podemos y su gulag informativo

Leo sin asombro que el pasado lunes las huestes podemitas, siguiendo sus inherentes soflamas stalinistas, vetaron a varios medios de comunicación. Entre otros, OKDIARIO. Periódico en el que tengo el placer de colaborar. No es la primera vez que “el partido” trata de silenciar al que discrepa. En marzo, la Asociación de la Prensa emitió una nota denunciando numerosas amenazas, señalamientos en las redes sociales y constantes ataques a profesionales divergentes pretendiendo socavar la reputación de los periodistas que no se someten a sus órdenes. No es nuevo. Es su esencia y ADN. Siguen la estela de sus “padres ideológicos”, de los Castro en Cuba y Maduro en Venezuela, aplicando una política de “gulag informativo” nada más alcanzar el poder.

Su censura totalitaria es justificada a través de ese gran intelectual de la nada, Echenique, aquel defraudador a la Seguridad Social que escamoteó varias cuotas a su trabajador en una loable actitud social, ejemplo de sus prédicas. Una explicación que muestra lo que subyace en su ideología. “Conocer quiénes son los dueños de los medios de comunicación es clave para poder consumir información de calidad”. Esta es una de las claves. Su persecución enfermiza de la propiedad privada en general y sobre todo de los medios privados de comunicación. Su objetivo pretende conseguir la titularidad pública de los medios, la estatalización de estos para ejercer el control informativo y la manipulación. Qué añejo es. Que poco progres son. El pensamiento único en pro de la ideología dominante. Es el totalitarismo más crudo. Es la estrategia de un partido que se ofrece y presenta sin ideología concreta para que no asome su depurado objetivo comunista, consistente en la conquista del poder para acometer un nuevo proceso constituyente que derribe el actual régimen constitucional.

Representan el comunismo del siglo XXI con una nueva apariencia en sus formas, similar a la de sus deudos venezolanos, de quienes presuntamente han recibido financiación y apoyo. Su censura y vetos definen no solo su estrategia política, sino sus objetivos si llegan a tocar poder nacional. Para ello, justifican las acciones políticas dirigidas a controlar todos los ámbitos de la vida, tanto en la familia como en la economía, tanto en la cultura como en la educación. Pretenden extirpar el pensamiento del disidente mediante el adoctrinamiento social donde es necesaria y obligatoria la censura.  Y esta, como elemento principal que mantenga el control de la sociedad bajo la dictadura, donde se conserva el poder a través del dominio absoluto de los medios de comunicación y la vigilancia de un fuerte aparato represor que evite cualquier tipo de divergencia.

Es el espejo del bolchevismo, de aquellos que antes de llegar al poder manifestaban su oposición a la censura de Nicolás II. Y la sociedad rusa entendió engañada que la libertad de palabra iba a ser plena en el nuevo Estado soviético. Poco duró el sueño. El funcionamiento de la censura desde sus principios destacó por su radical intolerancia, dejando de existir, por ejemplo, en el periodo de un año cerca de 500 periódicos que representaban la opinión de la oposición política. Y como se hace en Podemos, en la Rusia soviética las autoridades manifestaban que la censura tenía como obligación vigilar los intereses políticos del país. Y aquellos que creyeron en la llegada de una nueva sociedad, “libre y democrática”, fueron juzgados por su atrevimiento literario. Muchos de ellos terminaron encarcelados o fusilados.

Frente a esa actitud que busca someter al ciudadano al pensamiento único, vigilado por el “Comisariado del pueblo”, yo escribo en un medio desde mi total libertad. Jamás he recibido indicación alguna sobre qué escribir o no. Nunca se me ha insinuado orientación, ni se me ha vetado, ni se me ha censurado. Coma que ha salido de mi ordenador así ha sido publicada. Esto no debería ser valorable. Es lo normal en una sociedad libre. Como dijo Jonathan Swift, escritor satírico irlandés: “La censura es el impuesto que paga el hombre a la sociedad por ser eminente.”

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