19.000 ancianos muertos, abandonados y no contabilizados claman justicia

19.000 ancianos muertos, abandonados y no contabilizados claman justicia

El mundo es hoy, más que nunca, una «aldea global» en el que un repugnante crimen perpetrado por un policía de Minneapolis, provoca manifestaciones simultáneas de solidaridad y rechazo tanto en Gerona, como en Bristol, Berlín o Madrid bajo el mismo lema Black lives matter —las vidas negras importan—, como si el problema racial campara a sus anchas entre nosotros.

Es relativamente habitual que manifestemos nuestra solidaridad con el lejano, y que veamos la paja en su ojo sin apreciar la viga en el nuestro. Y así, mientras se arrodillan en homenaje a George Floyd, pasan desapercibidos los más de  19.000 ancianos fallecidos en las residencias españolas, condenados a morir en ellas, sin ofrecerles tratamiento ni permitirles su atención hospitalaria.

La monumental eutanasia forzosa de ancianos que hemos vivido, clama justicia, y es un estigma que sus responsables no puede eludir. ¿Cómo puede el Gobierno permanecer impasible ante las contundentes estadísticas basadas en datos oficiales de los certificados de defunción de los registros civiles, que acreditan un incremento superior a 44.000 fallecidos en el primer trimestre de la epidemia, respecto a los datos de 2019? La actitud de los señores Sánchez, Illa y Simón para no reconocer la evidencia, es inadmisible. Creo que este incremento de la curva de la mortalidad exige una investigación, al haberse producido coincidiendo precisamente con la epidemia, y sin existir ningún otro acontecimiento que pueda explicar el fallecimiento simultáneo de miles de ancianos en las mismas fechas.

Ancianos a los que ni se les practicó la prueba PCR, ni se les hizo ningún caso. Ancianos que fueron encontrados en sus residencias por los militares de la UME muertos y abandonados, sin atención alguna. Esas imágenes podían haberse grabado —si es que no lo han sido— y compararse con la transparencia exhibida en los campos nazis de concentración tras su liberación por los aliados. El proyecto eugenésico nazi Aktion T4 palidece ante lo sucedido en España. Creo que si hubiéramos visto estas escenas de las residencias y tanatorios que algunos testigos relatan, los responsables a todos los niveles —del Gobierno como autoridad única, pero no solo ellos— no resistirían ni un minuto en sus puestos. Y esa no sería la principal consecuencia.

Lo sucedido es tan grave, que hemos de confiar que la justicia dirima las responsabilidades de todo tipo que procedan. Nuestra democracia, nuestro régimen constitucional, no pueden obviar esta eugenesia —con todas las letras— provocada de facto. Por negligencia, por imprudencia, o por lo que sea. Pero casi veinte mil vidas exigen justicia y una investigación independiente de los partidos y del Gobierno que verifique lo sucedido, aunque solo sea para que una vergüenza semejante jamás vuelva a ocurrir.

«La calidad de una democracia depende de los valores sobre los que se sustenta», y la nuestra debe acreditarlos con hechos, no solo con palabras. La caridad es una virtud «ordenada», que establece una prelación, y está muy bien solidarizarse con George Floyd —y hasta arrodillarse, si quieren— pero antes, la memoria de los 19.000 ancianos españoles fallecidos clama justicia.

Esta, sin duda, tendrá la última palabra, y es muy conveniente para el bien común que se pueda sentar jurisprudencia ante una situación extraordinaria como la vivida, y que legalmente admite diversas interpretaciones. El conocido «triaje» aplicado de forma muy generalizada, pone a prueba los valores éticos y morales de nuestra sociedad. Si las leyes deben reformarse a la luz de la experiencia adquirida, que se haga. Comenzando por el Código Penal, hasta donde sea preciso. Y retirando ese inicuo proyecto de eutanasia del Congreso, donde fue admitido a trámite por el Pleno el 10 de febrero, y conmemorado el 21 en el salón Ernest  Lluch por diversas entidades. El Ministro Illa encabezaba el festejo, anunciando su próxima aprobación como una conquista democrática, que incorporará en el texto definitivo el Alzheimer y otras enfermedades crónicas. Eugenesia en estado puro.

Lo último en Opinión

Últimas noticias