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Perdonen la pesadez. Desde el pasado jueves el España 2050 ha generado mucha más literatura que las 675 páginas del documento, y casi una catastrófica unanimidad en la valoración del mismo. Como habrá sido la cosa que hasta un buen amigo, incondicional de Sánchez (se afilió al partido con su llegada a la Secretaría General y reniega del PSOE anterior, para que vean que hay gente «pa tó»), me escribió diciéndome: “es que suena a chiste”.  

Así que disculpen la insistencia, pero después de tragarte la actuación del Reina Sofía, aunque sea con el rabillo del ojo, y del sesudo repaso que te hacen pegar después, no puedes contener el impulso de escribir unos últimos párrafos que remarcan la impropiedad de este trabajo. En primer lugar, evidenciar que Moncloa continúa exprimiendo el relato. No tienen otra. Cuando has dado todo el poder a una especie de consultor marketiniano, la política la dejas reducida a la propaganda, articulada a través de intrigas palaciegas, exhibicionismo constante y presentaciones de Powerpoint. Obviamente la ejecución da lo mismo; eso no les importa a los consultores, que ganan con la simple elaboración de un documento que, ya sea el Plan de Recuperación o el 02050, realizan rellenando un fichero-plantilla completísimo de tablitas, grafiquitos y nombrecitos cursis. En aquel daban vueltas alrededor de ejes, palancas y componentes, y en este a desafíos y objetivos, pero vamos, más de lo mismo.

En segundo lugar, no es creíble un informe-visión a largo plazo cuando tienes que resolver problemas terriblemente inmediatos que van a condicionar el punto de partida del recorrido que intentas prever. Entre ellos, el alcance del revés económico del Covid-19, los retos de la curva de población y de los impactos migratorios o, de forma muy especial, el problema territorial. Porque vamos a ver Pedro, ¿las proyecciones a 2050 contienen los datos correspondientes a Cataluña? Si es así, será porque ese amplio grupo de expertos que te ha preparado el panfleto no ha preguntado a los socios de moción y de investidura, y porque aprovechasteis para mirarlo en el Gobierno el día que Miquel Iceta estaba de cuartelero; porque él tiene bien claro, y me temo que tú también, que para entonces ya se habrán alcanzado las condiciones sociológicas que hayan obligado a aceptar/impulsar un referéndum de salida. ¿O será que los consultores te han dejado la tabla dinámica preparada para que vayas eliminando Comunidades Autónomas?

Ya metidos en los temas de fondo, muy mal resisten una observación mínimamente crítica. En referencia a la educación, que ocupa muchas páginas en el documento, no hay nada que no sean soluciones simplistas y afirmaciones desiderativas: tendrán más…, estarán más preparados…, sabrán más… que no puedes tomar en serio si vienen de alguien que ha impulsado una Ley de Educación que, entre otras barbaridades, intenta acabar con el modelo de concierto, que es el único que ha permitido mejorar transversalmente el nivel educativo.

Y lo de insistir en los impuestos es falaz, porque, entre otras cosas, parten de un dato comparado de presión fiscal completamente falseado que ignora los niveles de renta y sobre todo la existencia de la economía sumergida (a la que mágicamente presentan como casi resuelta en 2050). Ese cacareado -8% de carga fiscal sobre el PIB se convierte en +8% si lo aplicas únicamente a quienes de verdad contribuyen. ¡Pero no hay manera! Siguen insistiendo en que Pepe Hormíguez y Paco Cigárrez no han completado todo el trabajo, cuando la verdad es que el primero se ha deslomado y el segundo no se ha presentado en el curro.     

Otra cosa que llama la atención en cada uno de los temas que tocan es su fijación con las soluciones colectivistas, la hiperregulación y, sobre todo, las prohibiciones: coches y aviones, cultivos y alimentos, ocio y costumbres…; ¡La verdad es que se licuan diciéndonos lo que podemos o no hacer!

Comentar por último que, con su habitual falta de pudor, se han querido asemejar a Suárez y a los políticos de la transición, que según Sánchez tuvieron una visión a largo plazo. La respuesta de aquellos a esa obscena comparación podemos imaginarla: «perdona bonito, entonces no estábamos a ponernos medallas por anticipado; crear y estabilizar una democracia donde no la había fue pura inmediatez. Si hubiéramos tenido la visión de que 40 años después íbamos a tener esta situación territorial y un gobierno formado por revisionistas del 78 dirigido por un plagiario, el esfuerzo no hubiera merecido la pena».

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