Investigación
GUERRA POLICIAL EN CATALUÑA (3)

Los Mossos impidieron que la Policía desarticulara 3 años antes una red ligada al imán de Ripoll

Los agentes del Cuerpo Nacional de Policía (CNP), que fueron denunciados ante un juez de la Audiencia Nacional por los Mossos d’Escuadra durante la operación Caronte, investigaban a través de una red confidentes una célula yihadista de mayor envergadura que la de la policía autonómica. Los agentes de la Comisaria General de Información seguían a una trama terrorista con conexiones en Barcelona, Tarragona y Castellón y con tentáculos en Marruecos, pero fueron apartados de sus pesquisas acusados de chivatos.

Abdelbaki Es Satty, quien más tarde se convertiría en imán de Ripoll y en el cerebro del atentado de Barcelona, tras ser detenido por tráfico de hachís en Ceuta y pasar cuatro años en la cárcel, quedó en libertad y fijó su residencia a mitad de camino entre Tarragona y Castellón por donde también se movían los yihadistas investigados por la Policía en 2014 y 2015.

Para conseguir su residencia en España el abogado de Es Satty presentó un contrato de agricultor en Tarragona donde había trabajado 6 años y 6 meses. Estaba claro que esa era la zona por donde se movía después de ser detenido e investigado en 2005 en la conocida como operación Chacal, en Vilanova i la Geltrú. A partir de esa fecha su nombre y su foto ya figuraban en las fichas policiales de la Comisaría General de Información y de los Mossos d’Escuadra.

En las diligencias 188/2014, incoadas por el Juzgado Central de Instrucción número 1 en julio de 2014, aparecían una serie de elementos que relacionaban a los yihadistas de la operación Caronte con el círculo salafista de Abdelbaki Es Satty, quien hasta dos años después no se convertiría en imán de Ripoll.

Primero: todos los yihadistas de las células investigadas pertenecían a la doctrina más ortodoxa del salafismo, los conocidos como takfires («Anatema y Exilio»), un grupo ultra radical que surgió en 1969 en el seno de los Hermanos Musulmanes en Egipto, que pronto se convirtió en la secta más radical del islamismo. En los registros del piso en Barcelona del converso Gonzalo Cabezas los Mossos encontraron fragmentos del libro La nueva yahiliya y el nuevo despertar islámico de Sayyid Qutb, uno de los precursores del movimiento takfir. También hallaron en el domicilio de Antonio Sáez el libro El monoteísmo Kitab At-Tawhid, escrito por un teólogo saudita inspirador del movimiento wahabita, otra corriente del Islam puro.

Segundo: algunos de los investigados de la operación Caronte guardaban relación con las mezquitas más violentas de Cataluña: en Salt, Vilanova i la Geltrú, Reus y Torredembarra. El imán de Ripoll, desde sus comienzos, se relacionaba con imanes de Tarragona y Castellón y tenía por costumbre visitar diversas mezquitas salafistas en las provincias castellonenses y tarraconenses, principalmente la de Torredembarra, según se desprende de las investigaciones sobre el atentado de Las Ramblas. Cien de los 500 litros de acetona que utilizaron para fabricar las bombas que estallaron en Alcanar fueron comprados en un almacén de Vinaroz, en Castellón.

En las diligencias 188/2014, los Mossos afirman que uno de los yihadistas, Mohamed El Gharbi, y un pasajero desconocido viajan a Torredembarra, “donde a modo de contravigilancia dan varias vueltas” y luego duermen en el automóvil. Una vez más aparece la ciudad de Torredembarra, unos de los puntos de influencia del imán de Ripoll.

En las diligencias de la Caronte los Mossos interceptaron una conversación telefónica entre dos yihadistas de la célula, el 15 de marzo de 2015, a las 22,50 horas. Un tal Zamzami, de nacionalidad marroquí, habla con su compatriota Adil:

-Zamzami: ¿Saldrás a las 5 si Dios quiere?

-Adil: Sí, de Castellón.

-Zamzami: Ah, de Castellón, está cerca, está cerca.

En esas fechas, el imán de Ripoll, acababa de salir de la cárcel de Castellón y se movía por la zona, tras recibir el permiso de residencia en abril de 2015.

En las diligencias de la operación Caronte los Mossos comunican al juez Santiago Pedraz que Antonio Sáez, converso al Islam, prepara un atentado contra intereses israelíes. Para ello había contactado con alguien de Valls, en Tarragona, con otro converso llamado Yakoub (Jacobo Orellana Casado). Se daba la circunstancia de que Orellana se había entrevistado con agentes del CNP, pero los Mossos dicen de él que “mantiene contactos con ciudadanos chechenos, los cuales habrían de facilitarles el acceso a medios para acometer el atentado, tratándose posiblemente de explosivos, aunque no cabe descartar el asesoramiento sobre cualquier otro tipo de información de naturaleza operativa”. Curiosamente, a lo largo del sumario no se hace mención a ningún potente “explosivo” ni a “ningún otro tipo de información de naturaleza operativa”.

Tercero: El paso por la cárcel de Castellón del cerebro del atentado de Las Ramblas, el imán marroquí Es Satty, fue definitivo para su radicalización. En la prisión castellonense conoció a Rachid Aglif, otro takfir condenado por el atentado del 11-M, y a colaboradores de la célula de Tarrasa.

Cuarto: Las dos células estaban motivadas por un mismo fin: el reclutamiento de soldados para luchar en Siria en las filas del Daesh. En la operación Caronte la Policía detuvo en Bulgaria a tres fundamentalistas que se dirigían al campo de batalla sirio. El imán de Ripoll, antes de los atentados de Barcelona y Cambrils, estaba en contacto con intermediarios del Daesh en Francia y Bélgica para reclutar foreing fighter.

Y quinto: La célula de Tarrasa y la de Ripoll/Alcanar mantenían contactos con imanes influyentes de las proximidades de Tetuán, en Marruecos, quienes marcaban la línea doctrinaria salafista. Uno de los yihadistas más influyentes, Abdellatif Chahmout, había nacido en el poblado marroquí de Bou Jedyane, en la región de Tánger-Tetuán, de donde procedían la mayoría de los integrantes de la célula del imán de Ripoll. Marruecos, como ha podido demostrar la investigación, no sólo era su país de nacimiento sino también su lugar de encuentro. Los pinchazos telefónicos y los movimientos de las cuentas bancarias demostraban que habían comprado de manera corriente billetes de avión al norte de Marruecos.