La presencia de un portaaviones de Estados Unidos en aguas del Golfo despierta la atención internacional

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Fotografía tomada a bordo del portaviones estadounidense USS Nimtz. Foto: AFP

El USS Nimitz fue desplegado por Estados Unidos en aguas del Golfo y la ubicación de este en la región de Oriente Medio ha encendido las alarmas teniendo en cuenta la creciente confrontación entre el gigante norteamericano y la República Islámica de Irán, acrecentada por el asesinato hace escasas horas del científico nuclear iraní Mohsen Fajrizadeh, quien era visto desde Occidente como el responsable del antiguo programa secreto persa para desarrollar armas nucleares.

El portaaviones estadounidense USS Nimitz fue destinado al Golfo esta semana, días antes del asesinato del científico nuclear de Irán Mohsen Fajrizadeh, en un escenario que sigue estando marcado por el profundo enfrentamiento que protagonizan desde hace años Estados Unidos e Irán, potenciado por las sanciones políticas y económicas que impuso la nación estadounidense al régimen de los ayatolás tras acusar a este de incumplir términos del acuerdo nuclear sellado en 2015 junto a otras potencias como China, Rusia, Francia, Reino Unido o Alemania (JCPOA, por sus siglas en inglés) y por el cual se limitaba el programa atómico persa, sobre todo en materia armamentística.

Aunque se ha producido este movimiento, la Armada de Estados Unidos manifestó este sábado que el despliegue no estaba relacionado con ninguna amenaza específica. «No hubo amenazas específicas que desencadenaron el regreso del Nimitz Carrier Strike Group», dijo la comandante Rebecca Rebarich, portavoz de la Quinta Flota de la Marina de Estados Unidos con sede en Bahréin, en un comunicado enviado por correo electrónico después de que el portaaviones fuese desplegado el miércoles.

Mohsen Fajrizadeh, el científico iraní señalado por diversos servicios secretos como ideólogo de un supuesto programa secreto de bombas nucleares, fue asesinado en una emboscada cerca de Teherán el viernes, hecho que amenaza con desencadenar un nuevo choque entre Irán y sus enemigos internacionales (liderados por Estados Unidos y Arabia Saudí) en las últimas semanas de la Presidencia de Donald Trump, quien dejará el poder en EEUU en manos de su rival en las últimas elecciones presidenciales, Joe Biden.

Rebecca Rebarich dijo que la estrategia estaba relacionada directamente con una reducción de tropas de Estados Unidos en Irak y Afganistán. «Esta acción asegura que tenemos suficiente capacidad disponible para responder a cualquier amenaza y disuadir a cualquier adversario de actuar contra nuestras tropas durante la reducción de fuerzas», explicó en declaraciones recogidas por el medio Daily Mail.

El Ejército de Estados Unidos ha desplegado el portaaviones USS Nimitz en el Golfo junto con otros buques de guerra para proporcionar «apoyo de combate y cobertura aérea» para los soldados que se retiran de Irak y Afganistán.

El despliegue se produce entre tensiones en Oriente Medio tras el mencionado asesinato de Fajrizadeh. La decisión de desplegar el Nimitz en el Golfo se tomó antes de la muerte del profesor de física y exoficial de la Guardia Revolucionaria Iraní.

Mientras, Irán acusó el viernes a Israel de intentar provocar una guerra asesinando a Fajrizadeh, a quien el primer ministro hebreo Benjamin Netanyahu había definido como el padre del programa nuclear de la nación persa. Un funcionario estadounidense y otros dos miembros del servicio de inteligencia confirmaron al New York Times que el Estado israelí estaba detrás del ataque.

Estos últimos choques diplomáticos entre EEUU e Irán suponen nuevos episodios dentro de la tradicional escalada de tensión habitual entre ambas naciones en el marco del enfrentamiento planteado entre ambos desde hace ya muchos años.

El nuevo gran punto álgido de este enconamiento se dio a partir de 2018, cuando la Administración Trump abandonó el pacto nuclear rubricado con el Estado iraní y con Francia, Reino Unido, Alemania, China, Rusia y la Unión Europea en 2015 por el que se ponía coto al programa atómico persa, sobre todo en lo vinculado al aspecto armamentístico; para imponer seguidamente a Teherán sanciones económicas y políticas, entre las que destacaban primordialmente las relacionadas con el comercio de petróleo, principal fuente de financiación iraní.

Hasán Rohaní, presidente de Irán, respondió contundentemente en su momento amenazando con seguir comerciando con su crudo y con bloquear el estrecho de Ormuz, principal zona de paso del comercio petrolero mundial. Advertencias tras las cuales se fueron sucediendo incidentes relacionados con buques cargueros en aguas del Golfo y ataques contra intereses petrolíferos y aeroportuarios en Arabia Saudí (gran rival de Irán en Oriente Medio y principal símbolo de la rama suní del islam, contrapuesta a la chií representada por los iraníes dentro de una pugna por el dominio regional).

La comunidad internacional, en general, y casi toda la árabe (con excepciones como la de Qatar), en particular, señalaron al régimen teocrático y a agentes pro-iraníes por estar detrás de estas ofensivas. Algo que negaron las autoridades persas, a pesar de que es conocida la injerencia de Irán en asuntos internos de naciones vecinas a través de las Fuerzas Quds, división internacional de la Guardia Revolucionaria Islámica (cuerpo de élite del Ejército iraní); con la colaboración de grupos chiíes vinculados a Irán desplegados en naciones como Irak (Fuerzas de Movilización Popular), Líbano (Hamás), Yemen (milicias hutíes) o Siria (grupo armado Liwa Fatemiyoun).

El régimen de los ayatolás terminó por reducir parte de sus compromisos atómicos tras las sanciones recibidas y desde el resto de los países firmantes del JCPOA se instó a salvar el acuerdo nuclear a pesar de la marcha de EEUU. De hecho, se habilitó el mecanismo INSTEX para poder suministrar material médico a Irán ante la lucha contra la pandemia del coronavirus, en este caso a través de operaciones que evitaban las transacciones en dólares, evitando incurrir así en la violación de las sanciones económicas decretadas por EEUU.

Cabe agregar que después de los primeros episodios de altercados con petroleros en aguas del Golfo, Estados Unidos lideró el establecimiento en noviembre pasado de una alianza marítima para garantizar la seguridad naval en la región, a la que se adscribieron países socios como Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos.

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