Irlanda logra mucho más que Sánchez con Gibraltar y hace peligrar el acuerdo del Brexit en la Cámara británica

La primera ministra de Reino Unido, Theresa May.. Foto: AFP
La primera ministra de Reino Unido, Theresa May, en una rueda de prensa sobre el ataque de EEUU a Siria en respuesta al uso de armas químicas por parte del régimen de Bashar Al Assad. Foto: AFP
Carlos Cuesta

Los representantes de Irlanda del Norte no fueron como el Gobierno de Pedro Sánchez en el asunto de Gibraltar. Ellos sí pelearon sus reclamaciones, lograron doblegar al Gobierno británico y consiguieron el respaldo de la UE. Y lo hicieron hasta tal punto, que ahora el problema lo tiene Theresa May, primera ministra de Reino Unido, para conseguir que el acuerdo salga airoso de la Cámara de los Comunes. Y es que las cesiones ante Irlanda del Norte son tan notables que parte de los propios conservadores no comparten el resultado de la negociación.

Y todo ello, mientras May alardea de haber doblegado a otro negociador: a España en el asunto de Gibraltar, donde el Gobierno de Sánchez ha tirado por tierra todas las reclamaciones históricas de soberanía sobre el Peñón.

El Gabinete de May respaldó el acuerdo logrado con la UE. Lo hizo a pesar de las dimisiones de ministros como Dominic Raab y Esther McVey. Pero ahora el asunto es distinto. Y es que las cesiones arrancadas por Irlanda del Norte están provocando que muchos parlamentarios conservadores duden del respaldo en la Cámara de los Comunes en una sesión decisiva que deberá decidir si el legislativo británico acepta o no el acuerdo de salida de la UE.

Reino Unido ha conseguido que Gibraltar mantenga el mismo estatus pese a lo que diga Sánchez

Nadie pone en duda que la parte de Gibraltar ha quedado bien defendida para los intereses de Reino Unido. Pero sí ponen en duda cómo se han llevado las negociaciones con Irlanda del Norte. Algo que demuestra que, efectivamente, Sánchez fue claramente blando en la defensa de los intereses de España y que podía haber logrado mucho más.

El problema ahora para May es que los 10 asientos del Partido Unionista Democrático (DUP), que suele votar con el Gobierno, o incluso muchos tories euroescépticos del European Research Group (ERG) encabezados por Jacob Rees-Mogg y Steve Baker pueden votar con mucha probabilidad contra May. Y lo pueden hacer por el acuerdo sobre Irlanda.

El pacto en el caso irlandés evita, de hecho, los controles fronterizos. Así, si en julio de 2020 no se ha logrado un acuerdo entre las partes, Reino Unido tendrá que elegir: o prorroga el periodo de transición posterior al Brexit, o se queda indefinidamente en una unión aduanera con la UE. Es decir, que no podrá aislar a Irlanda del Norte cortando sus rutas tradicionales de comercio.

En caso de optar por la última opción, además, Irlanda del Norte accederá a un estatus especial: además de quedarse en la unión aduanera, aplicará las normas de Bruselas en materia agrícola y en intercambio de mercancías, algo que, de nuevo, defiende los intereses de esta región. Tan sólo habrá controles entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido para el tráfico de animales vivos y productos animales, y los habrá a efectos excesivamente de seguridad alimentaria.

De este modo, el beneficioso acuerdo para Reino Unido -que le permitirá seguir en la unión aduanera tras el Brexit siempre que siga aplicando las reglas comunitarias en materia social, medioambiental, de ayudas públicas, de competencia y de fiscalidad, se convierte en una opción definitiva para Irlanda del Norte, a menos que esta región acepte cambiarla en un acuerdo con Reino Unido.

Es decir, justo lo contrario del desastre de negociación cosechada por Sánchez: que sólo podrá obtener el beneficio de una cosoberanía si Reino Unido lo acepta en una negociación posterior y ya con una España sin la capacidad de presión de contar con la UE detrás suyo.

Lo último en Internacional

Últimas noticias