El golpe de Estado en Mali y la sombra de Rusia
Líderes del Ejército que encabezaron el golpe de Estado en Mali habían estado en Rusia desde enero de 2020 dentro de un programa de instrucción dispuesto por las Fuerzas Armadas rusas, como apuntaron fuentes militares malienses, según el medio de comunicación local aBamako.com
Estos dirigentes castrenses del país africano regresaron unos días antes de derrocar al presidente Ibrahim Boubacar Keita, después del citado entrenamiento militar dispuesto en territorio ruso.
El pasado martes, los rebeldes tomaron el control de la base militar más grande de Mali, en Kati, cerca de la capital, Bamako, antes de hacerse con la residencia oficial del que era presidente de la nación Ibrahim Boubacar Keita y obligarle a renunciar a su cargo.
La actual junta militar establecida para regir momentáneamente los designios nacionales está presidida por el coronel Assimi Goita, exjefe de las fuerzas especiales de Mali y una personalidad muy respetada. Aunque, el golpe de Estado fue trazado por Malick Diaw y Sadio Camara, dos coroneles del Ejército que ocupan puestos de alto nivel en la propia base militar de Kati.
Malick Diaw, el subcomandante de la base de Kati, fue el organizador material del golpe, mientras que Sadio Camara, el exjefe de la Academia Militar de Mali, es considerado el alma y el cerebro de la revuelta, como apuntaba aBamako.com. Según fuentes del Ejército de Malí, los dos oficiales partieron de Bamako hacia Moscú en enero de 2020 para realizar un entrenamiento militar organizado por las Fuerzas Armadas de Rusia, y ambos regresaron poco más de una semana antes del levantamiento militar. Esto hace acrecentar la opinión de que Diaw y Camara aprovecharon el tiempo pasado en la capital rusa para planear el golpe desde Rusia y que los dos hombres instigaron el complot desde el extranjero.
Los rumores de un golpe de Estado habían comenzado a extenderse por el Ejército a principios de agosto, incluso antes de que los dos coroneles regresaran al país. «Estos dos hombres pasaron mucho tiempo en Rusia y pocos días después de su regreso ejecutaron un golpe de Estado fácil y exitosamente», señaló un líder no golpista de Mali al medio Daily Beast. “Esto significa que trabajaron en este caso durante mucho tiempo”, agregó. «Un golpe de esta naturaleza no es algo que planeas en unos días», concluyó.
No hay pruebas de la participación de Rusia, que ha intervenido en la elección de varios líderes africanos en los últimos años, pero algunos oficiales militares no excluyen su apoyo directo, especialmente en el campo de las comunicaciones.
Ahora la intención de los líderes del movimiento que echó del poder el pasado martes al presidente Keita es la de afianzar un Gobierno de transición y celebrar elecciones. El golpe de Estado se produjo en un momento crítico para la nación africana, que desde el pasado mes de junio ha venido padeciendo una serie de protestas masivas que exigían la dimisión de Ibrahim Boubacar Keita a quien se criticaba por no ser capaz de abordar la corrupción que asola al país o restaurar la seguridad.
La cúpula detrás del levantamiento militar pidió la semana pasada a la comunidad internacional que continúe apoyando a Mali en estos momentos y han asegurado que el arresto del presidente y el primer ministro Boubou Cissé está justificado “por años de mal Gobierno, corrupción, nepotismo y un deterioro en la situación de seguridad”.
Se viene especulando mucho en los últimos tiempos sobre la intención de Rusia de afianzar su creciente presencia en África a medida que otros países occidentales van perdiendo posición en el continente africano. Construcción de bases militares, despliegue de mercenarios y acuerdos de cooperación militar y comercial. Estas son las líneas que está siguiendo Rusia en su expansión por África, que busca una mayor presencia política y diplomática y también beneficiarse más de los recursos naturales y económicos del continente africano.
Según un informe del Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania, citado por el periódico Bild, desde 2015, Rusia ha celebrado acuerdos de cooperación militar con 21 países africanos, cuando antes solo los tenía con cuatro. Vladimir Putin no quiere quedarse atrás en el continente africano, y, al igual que está haciendo China, busca aliados que le permitan expandir su influencia.
En los últimos meses, casi 200 mercenarios rusos se han desplegado en Mozambique para combatir una rama creciente de Daesh. Además, otro informe alemán indicó que Rusia obtuvo permisos para establecer bases militares en seis países africanos, incluidos Egipto y Sudán, en un movimiento que revela el deseo de Moscú de proteger su papel en Libia a través de un cinturón de bases donde atacarlo sería extremadamente peligroso. A esto se les suman los cientos de combatientes rusos que han llegado a Libia como parte de la campaña del Kremlin para apoyar al Ejército Nacional de Libia dirigido por el mariscal Jalifa Haftar en la guerra que desarrolla contra el Gobierno de Acuerdo Nacional de Fayez Sarraj.
Además, volviendo al escenario de Mali, según el general Dahirou Dembélé, es inminente la llegada militar de Rusia para apoyar técnicamente a las fuerzas de seguridad y defensa malienses en su lucha contra el terrorismo yihadista que azota al país y a la convulsa región del Sahel. “Rusia estará pronto en la primera línea”, indicó el propio Dahirou Dembélé.
Diálogo con la CEDEAO
Tras el inicio de las conversaciones entre los representantes de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) y los militares que protagonizaron el golpe de Estado en Mali el pasado 18 de agosto, los líderes de África occidental piden la liberación y el regreso al poder del presidente Ibrahim Boubacar Keita. Pero en las calles, las manifestaciones en favor de los golpistas dan pocas señales de que el depuesto presidente pueda volver a gobernar y muestran incluso un apoyo popular a países como Rusia o China. El sábado, la delegación de la CEDEAO, compuesta por 15 países de la región entre los que está el mismo Mali, llegó a Bamako encabezada por Goodluck Jonathan, expresidente de Nigeria. El martes, los países vecinos cerraron sus fronteras y detuvieron los flujos financieros hacia el país.
Mientras, durante la jornada del sábado, antes de que algunos miembros del grupo enviado pudieran ver a Keita, la delegación se reunió con los representantes del Comité Nacional de Salvación del Pueblo, creado por los militares golpistas y encabezado por el coronel Assimi Goita, y se habló de acercamiento de posturas. «Los intercambios con los miembros de la CEDEAO salieron muy bien», dijo el portavoz de los militares Ismael Wagué. «Tenemos la esperanza de encontrar terrenos de entendimiento», señaló una fuente militar a la agencia de noticias AFP. Las conversaciones «van muy bien», dijo por su parte Jonathan, designado por la CEDEAO para mediar la crisis política en el país con el objetivo de garantizar el «retorno inmediato al orden constitucional» en la nación africana.
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