La venta de la Torre Eiffel, la gran estafa del siglo XX
¿Sabías que una de las grandes estafas de la historia es la venta de la Torre Eiffel de París? Aquí te contamos más detalles sobre ello.
1889, el año de la torre Eiffel
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Poco ha trascendido sobre Victor Lustig, pero es considerado uno de los mayores ladrones y estafadores de todos los tiempos. Este charlatán era sin dudas habilidoso, pues pudo vender nada más ni nada menos que la Torre Eiffel. Para ello, se hizo pasar por un alto funcionario gubernamental y, bajo el engaño de una transacción confidencial, vendió a un comerciante de chatarra las 7300 toneladas de acero con las que está construida.
La mayor estafa del siglo XX
Victor Lustig nació en el año 1890 en una familia adinerada en la región de Bohemia, antigua Austria-Hungría, y era bueno en los estudios. Pero el esfuerzo y el trabajo no le interesaban, y el joven prefirió utilizar su inteligencia para una actividad mucho menos tediosa, y mucho más lucrativa: el fraude.
Lustig dejó su Bohemia natal en el año 1909 y se estableció en París, en donde su principal actividad era el proxenetismo. Allí conoció matones y todo tipo de delincuentes y se embarcó en cruceros de barcos de vapor, que viajaban por el Océano Atlántico. Su actividad principal a bordo era jugar a las cartas y estafar a las ancianas adineradas.
El bandido permaneció algunos años en Nueva York y en el año 1925, regresó a París con la idea de realizar una estafa a gran escala.
La venta de la Torre Eiffel
La Torre Eiffel, construida para la Exposición Universal del año 1889 ya había perdido su brillo y el esplendor que presentaba en su inauguración.
Gustave Eiffel intentó preservarla realizando innumerable cantidad de experimentos, pero murió en el año 1925 y la ciudad de París, propietaria del monumento desde 1910, no sabía cómo mantenerlo.
Victor Lustig se enteró por la prensa de las dificultades financieras que existían para mantener la estructura, y es cuando decide poner en marcha un plan sorprendente. Con la ayuda de un cómplice, consigue documentación falsa y tarjetas de acceso a la Torre, y reúne en secreto en el Hotel Crillón a los cinco mayores comerciantes de chatarra de la región.
El argumento de Lustig se basaba en que el Estado había decidido deshacerse de la construcción, y que se debía hacer la transacción de forma confidencial para evitar cualquier oposición pública al proyecto.
Uno de los comerciantes, André Poisson, mordió el anzuelo y extendió un cheque. Se cerró el trato, y cuando Poisson cae en la cuenta de que fue estafado, Victor Lustig y su cómplice ya habían cobrado el cheque y habían desaparecido.
Poisson, avergonzado y humillado, jamás reveló el precio que pagó por comprar la Torre Eiffel.
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