Descubrimiento arqueológico

Colosal hallazgo en Barcelona: desentierran la mula más antigua de Europa, y creen que tiene 2700 años

Mula más antigua de Europa
Uno de los enterramientos de Hort d’en Grimau, Barcelona. Foto: Galiano Aitor en Wikimedia Commons.

La mula más antigua de Europa confirmada por análisis genéticos procede del yacimiento de Hort d’en Grimau (Barcelona), excavado hace casi cuatro décadas. El hallazgo ha sido revisado mediante nuevas técnicas que han permitido caracterizar su linaje y adscribirlo a un periodo concreto de la Primera Edad del Hierro.

La identificación del animal y su relación con una deposición humana incompleta encaja en un curioso patrón ritual que develaremos a continuación. Esta histórica mula abriría así una línea de interpretación que permite reconsiderar el papel económico y simbólico de este tipo de animales en el Mediterráneo occidental.

¿Cómo hicieron para encontrar a la mula más antigua de Europa?

Un equipo liderado por Silvia Albizuri, del SERP-UB y el Institut d’Arqueologia de la Universidad de Barcelona, reexaminó los materiales de Hort d’en Grimau y determinó que los restos pertenecen a una hembra adulta depositada en un silo durante la Primera Edad del Hierro. Los detalles del descubrimiento han sido presentados en la revista ‘Journal of Archaeological Science’.

El esqueleto del équido apareció completo y en conexión anatómica, situado sobre la mitad superior de la fosa. Bajo él se documentaron fragmentos óseos humanos con signos de combustión a baja temperatura, que corresponden a una mujer joven parcialmente cremada.

Este procedimiento se aparta del ritual funerario predominante de la época, basado en la cremación total y el depósito de cenizas en urnas. La disposición del animal, su integridad esquelética y la asociación con restos humanos han permitido establecer que se trató de una acción deliberada.

La cerámica manual y la presencia de un fragmento de ánfora fenicia en una estructura cercana refuerzan la adscripción cronológica al periodo comprendido entre los siglos VIII y VI a.C.

¿Cómo supieron que se trataba de una mula y no otro animal?

El ejemplar fue inicialmente clasificado como asno, aunque presentaba una combinación de rasgos que no encajaban por completo con el caballo ni con el burro. La duda permaneció durante años hasta que el análisis de ADN antiguo proporcionó una respuesta.

Especialistas del Centre d’Anthropobiologie et de Génomique de Toulouse trabajaron con material extraído del hueso petroso, muy adecuado para conservar información genética.

Los resultados ofrecieron un porcentaje prácticamente equilibrado entre ascendencia caballar y asinina, con un ADN mitocondrial que identificaba a una yegua como progenitora materna. Esta composición genética confirmó que el animal era una mula hembra.

La relevancia del hallazgo se basa en que constituye el testimonio más temprano documentado y confirmado por secuenciación en la Europa continental y el Mediterráneo occidental sobre la cría de équidos híbridos.

Además, el ejemplar mostró una estatura modesta y una edad superior a los ocho años. Las patologías documentadas en los maxilares y piezas dentales indican el uso continuado de un bocado, con desgaste acusado y pérdida de un premolar.

También se detectaron remodelaciones óseas en la zona nasal que coinciden con la presión generada por bandas nasales, habituales en arreos primitivos de equitación. Los análisis isotópicos, por su parte, reflejan una dieta rica en cereales y otros alimentos procesados, signo de estabulación y alimentación controlada.

¿Para qué se usaba esta mula, según los estudios?

El conjunto de patologías sugiere que el animal participó de forma continuada en actividades relacionadas con la equitación. La combinación de desgaste dental, alteraciones en la mandíbula y remodelación en el hocico resulta coherente con un empleo intensivo en tareas de movilidad o transporte ligero.

Esto apunta a que la mula formó parte de un entorno donde la inversión en alimentación y cuidados respondía a un interés económico directo.

En este marco, la mula más antigua de Europa se convierte en un elemento clave para comprender las dinámicas de producción y manejo de équidos híbridos en el noreste peninsular. La presencia de materiales fenicios en varios yacimientos coetáneos sugiere que la introducción del burro doméstico en grandes números pudo estar vinculada a redes comerciales mediterráneas. La cría de mulos, que requiere mantener poblaciones diferenciadas de caballos y burros y un conocimiento técnico concreto, podría haberse impulsado a través de estos contactos exteriores.

El caso de la mula más antigua de Europa y un patrón funerario poco habitual

Hort d’en Grimau se integra en un conjunto de yacimientos del Penedès donde se han hallado silos con restos de équidos asociados a mujeres o a contextos que no se corresponden con los rituales más extendidos de la época.

En Turó Font de la Canya, por ejemplo, se documentó a una mujer enterrada junto al cráneo de un équido, mientras que en otras localizaciones aparecen asociaciones entre individuos adultos y partes aisladas de animales.

Estas prácticas contrastan con las de la Segunda Edad del Hierro, cuando los entierros con équidos se vinculan casi exclusivamente a sepulturas masculinas de alto estatus, generalmente interpretadas como parte del ideario aristocrático.

El caso de la mula más antigua de Europa aporta una perspectiva distinta: su presencia en un silo junto a restos humanos incompletos indica la coexistencia de prácticas locales específicas, con un componente ritual aún por definir.

El análisis del yacimiento también plantea nuevas líneas de investigación sobre la procedencia de los animales parentales. La identificación genética de caballos y burros en áreas del Levante, el norte de África y Europa occidental permitirá evaluar si la hibridación se produjo a partir de poblaciones locales o de animales introducidos mediante rutas comerciales fenicias.

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