Sánchez a la desesperada: busca una invitación a la Casa Blanca a través de una amiga de Jill Biden
Queda una última oportunidad: conseguir la invitación a través de la embajadora en Madrid, amiga íntima de Jill Biden
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Pedro Sánchez no quiere pasar a la historia como el único presidente del Gobierno de España que no fue recibido en la Casa Blanca. Por ello, tanto Moncloa como el Ministerio de Exteriores han diseñado un plan de acción para este 2023, con el objetivo de conseguir ese encuentro de Sánchez con Joe Biden en Washington en el segundo semestre del año, coincidiendo con la Presidencia española de la Unión Europea y en vísperas de unas elecciones generales. La diplomacia española trata de jugar su última baza a través de una amiga personal de la primera dama, Jill Biden.
El ex presidente del Gobierno, José María Aznar, estuvo en el Despacho Oval de la Casa Blanca en seis ocasiones. Felipe González, en cinco. Dos estuvieron los presidentes Mariano Rajoy y Adolfo Suárez. Y sólo en una ocasión José Luis Rodríguez, recibido por Barack Obama tras superar cinco años de veto de la administración Bush por su irrespetuosa performance ante la bandera estadounidense en un desfile del 12 de Octubre.
Todos los presidentes españoles tienen, al menos, una foto sentados junto al líder estadounidense del momento en el Despacho Oval, el mayor centro de poder de todo el planeta. Pedro Sánchez, en vista del horizonte que dibujan las encuestas electorales y que le desalojarían de Moncloa este 2023, corre grave peligro de ser la excepción.
Para tratar de evitarlo, el gabinete de Sánchez está diseñando un plan de acción para que este 2023 se produzca por fin ese encuentro en con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Para lograrlo, según han confirmado fuentes diplomáticas involucradas en estas gestiones, la ofensiva se va a canalizar a través de una vieja amiga de Jill Biden, la nueva embajadora en España, Julissa Reynoso.
Reynoso, jefa de la diplomacia estadounidense en España desde enero de 2022, fue durante años asesora de Joe Biden y jefa de gabinete de Jill Biden, con quien entabló una gran amistad. La primera dama lo ha admitido en público en más de una ocasión, llegando a considerar a Reynoso casi como «de la familia». Durante la visita del matrimonio Biden a Madrid para la cumbre de la OTAN del pasado verano, Jill Biden y Reynoso participaron juntas en muchos de los actos programados.
Por ello, la figura de la embajadora ha sido la elegida para tratar de desatascar esa situación y lograr que el gabinete de Biden busque una fecha en el segundo semestre para el viaje de Sánchez -acompañado de su familia- a Washington. El gabinete de Sánchez trata de encajar ese viaje en la Presidencia española de la Unión Europea para dotar a la cita de un aire trasatlántico, en el marco de la apretada agenda internacional que Moncloa está diseñando para el socialista a meses de las elecciones generales: una cumbre de la OTAN, la Cumbre Iberoamericana, la del G-20, la COP28 del Clima o dos Consejos de la Unión Europea presididos por él. Los acercamientos con la embajada estadounidense, según explican estas fuentes, ya han comenzado. En Moncloa confían esta vez en lograrlo, tras ya dos años de desencuentros y frustraciones.
Ignorado
Pese a que Sánchez hizo campaña a favor de Joe Biden y contra Donald Trump, y que fue uno de los primeros líderes en dar la enhorabuena efusivamente al nuevo presidente, la administración Biden le respondió con total indiferencia. Moncloa trasladó una felicitación formal a la Casa Blanca, pero el despacho de Sánchez se quedó esperando a que el teléfono sonase de vuelta casi diez meses.
Por el camino quedó la cumbre de la OTAN de junio de 2021, cuando Sánchez poco menos que se abalanzó al paso a Biden y le dirigió unas palabras ante un impertérrito. Fueron 29 segundos de paseíllo con Biden tras los que Sánchez, en la rueda de prensa posterior, explicaría que hablaron de «lazos militares, la situación en América Latina y la agenda progresista». Sánchez dedicó dos minutos a desgranar lo que había hablado con Biden en apenas medio minuto. Al líder socialista no le gustaron las preguntas de la prensa que insistían en lo fugaz de ese primer encuentro y contestó con un lacónico «no tengo un cronómetro de cuánto me he reunido o no con el presidente de EEUU».
Fue poco después, en agosto de 2021 cuando Biden y Sánchez hablaron por primera vez, en el marco de la crisis por el final de la misión internacional en Afganistán. En una llamada protocolaria a Moncloa, repetida a otros líderes mundiales, Biden agradeció a España el hecho de poner las bases de Rota y Morón al servicio de la retirada estadounidense.
No fue un antes y un después. Durante meses continuó ese clima de indiferencia de la Casa Blanca hacia Moncloa. Ni invitaciones a bilaterales en cumbres internacionales ni interacciones de ningún tipo. Hasta que llegó la primera victoria en términos de imagen para Sánchez: tras varias negativas, la Administración Biden accedió a que el presidente se reuniese con Sánchez en Moncloa, con la consiguiente foto de la escalerilla. De ahí tampoco salió una invitación formal para repetir encuentro. Sánchez, como todos los presidentes españoles, ya tiene foto en su hogar con el hombre más poderoso del planeta. Ahora sólo le falta conseguir la del otro lado del charco.