Sánchez descarta destituir a Robles por temor a que la crisis del espionaje le acabe salpicando
Es difícil encontrar a alguien en el PSOE que en las últimas horas defienda públicamente a Margarita Robles ante los ataques que recibe. Pocos, ya sea entre sus propios compañeros de gabinete o del grupo parlamentario que ella misma capitaneó durante unos años, le respaldan. Y la mayoría tratan de distanciarse. Aunque aseguran que «actúa como un verso libre», Pedro Sánchez descarta su relevo. Fuentes cercanas al presidente afirman a OKDIARIO que «Robles seguirá en su sitio». La principal razón: el temor a salir salpicado si destituye a la ministra. El CNI reporta directamente a Presidencia. Pero hay más razones, que responden a la necesidad de contar con ella para su beneficio personal.
Cuando se pregunta en la órbita socialista por la defensa acérrima que Robles ha hecho del CNI y del papel del Gobierno, ante los ataques que está recibiendo por parte de sus socios separatistas, que denuncian haber sido espiados por motivos políticos, apenas un par de parlamentarios de la bancada socialista ponen la mano en el fuego por la titular de Defensa. «Ya se defiende sola», decía un ex ministro este jueves por los pasillos del Congreso. Aunque con sus silencios dan la razón a los independentistas y, lo que es peor, asumen una culpabilidad que niega Margarita Robles por activa y por pasiva.
El tono utilizado por la ministra durante la sesión de control del Gobierno, con la respuesta a la portavoz de la CUP, Mireia Vehí, ha ahondado más en las distancias que una mayoría del PSOE venían marcando con Robles desde que estalló la polémica. Aunque saben que, de ser cierto lo que denuncian los separatistas, ella no sería la responsable única. Sánchez, que en privado le ha trasladado tranquilidad, de momento no ha roto ninguna lanza pública en su defensa. Pero su miedo a las consecuencias que pueda tener este tema es máximo. A través de Félix Bolaños prometió a ERC una purga en el CNI, que no comparte Robles, para calmar a sus socios. Pero no será inmediata.
La pregunta que lanzó la jurista a la Cámara en respuesta a Vehí, preguntándose «¿qué debe hacer un Estado cuando alguien vulnera la constitución, declara la independencia, realiza desordenes públicos y tiene relaciones con dirigentes políticos de un país que está invadiendo Ucrania?», cayó como un jarro de agua fría en una parte de la bancada del Gobierno. El presidente ya no estaba en su escaño. Pero el ministro Félix Bolaños, durante la intervención de Robles, miró a la ministra Pilar Llop con cara desencajada.
Sin decir nada fuera de lo normal, excepto para quien es rehén de quién trabaja contra el Estado de Derecho, Robles enterraba la estrategia diseñada por Bolaños para contentar a sus socios. Su defensa del CNI -que forma parte de sus competencias- y de su trabajo para garantizar la seguridad en España, choca con los intereses del Gobierno y del PSOE en la actualidad. No es ninguna novedad.
Margarita Robles siempre ha defendido el Estado de Derecho ante los ataques inconstitucionales de sus socios. De hecho fue de las pocas que rechazó el apoyo de estos grupos para formar Gobierno. Por eso ERC y Bildu quieren la cabeza de la ministra para reconducir las relaciones con el Ejecutivo. Para «reconstruir la confianza», como reivindicaba este miércoles Pedro Sánchez en la sesión de control, a Rufián. Pero no van a lograr su objetivo.
Este jueves por la mañana, minutos antes del inicio del pleno que ha convalidado las medidas económicas de la guerra, un dirigente socialista trasladaba a ERC en un intento a la desesperada para evitar su voto en contra, que «lo dicho por Robles no representa al Gobierno, le representa sólo a ella». Como si fuese una ministra de Podemos cargando contra el Estado. Sánchez sigue confiando en ella a dos meses vista de la cumbre de la OTAN en Madrid.