Reuniones secretas en CDC para ‘decapitar’ a Mas

Artur Mas-Carles Puigdemont-Cataluña
Artur Mas en rueda de prensa (Foto: Efe).

La lista de barones descontentos con Artur Mas crece a medida que avanza la configuración y el desarrollo del nuevo Parlament. Los nervios están a flor de piel dentro de la formación. Echan en cara a Mas que “teníamos para escoger a muchas formaciones para conformar gobierno y ha tenido que ser con los radicales de la CUP” o los “pésimos resultados el 20D” donde CDC quedó en cuarta posición. Fuentes internas del partido aseguran a este medio que la fractura se agranda a cada día que pasa: “Incluso ha habido reuniones secretas en estas últimas semanas” entre los barones más críticos y de gran peso dentro del partido para configurar una estrategia que ‘decapite’ a Mas con vistas al congreso de su refundación, previsto para el mes de abril.

Según las mismas fuentes, en este sector crítico se encuentran hasta cinco consejeros: Andreu Mas Collel, Jordi Jané, Santi Vila, Felipe Puig e Irene Rigau. Además del ‘número dos’ de CDC, Carles Campuzano. Unas reuniones donde las críticas son compartidas: “Hemos de volver a la centralidad”; “Parte de la militancia nos ha abandonado por pactar con los radicales. Nos hemos desviado de la buena senda”; “Hay que recuperar la confianza que teníamos, pero primero hemos de soltar lastre”. Ese lastre al que se refieren algunos comentarios, fuentes aclaran, que se debe al sector más nacionalista que rodea al expresident Mas, y en concreto todas las miradas se centran en Francesc Homs, jefe del grupo parlamentario de Democràcia i Llibertat (DiL), considerado “mala compañía” hacia “una independencia que lo único que ha conseguido es deshacer CDC”, aseguran.

En estos momentos, los sables están en alto de cara al futuro congreso de refundación. Desde el sector crítico aseguran que con las elecciones, Más y los suyos “lo han querido retrasar para asegurarse el control del partido”. Existen dos frentes bien diferenciados: los críticos que buscan volver a la etapa autonomista del fundador Jordi Pujol, alejándose de los casos de corrupción que dejó como herencia y, por otra parte, el sector que apuesta por la refundación ideológica con un carácter soberanista-radical que hacen suya la independencia.

Estos últimos justifican su postura diciendo que “los recortes y las políticas de derechas” les han pasado factura. “Que Puigdemont asuma la presidencia no significa que Mas renuncie al liderazgo del partido”, avisan fuentes del entorno del expresident. Tras la investidura del nuevo president y verse relegado a un segundo plano, Mas ya avisó que se quería dedicar a refundar el partido.

Voces del sector crítico apuntan que el plan estaría más que hablado: “Mas quiere colocar a los suyos para virar hacia el radicalismo”. Dentro de los hombres de confianza del expresident señalan a Jordi Turull, que ya ha confirmado su deseo de ocupar la secretaría general. Ambos bandos hablan de primarias para enfrentar a Turull con los que se vayan presentando estos días como Germà Gordó, a punto de convertirse en exconsejero de Justicia y que hoy dio un paso al frente para plantar cara al sector soberanista. Asegura que espera ganar con el apoyo de las federaciones territoriales. Su perfil moderado y pactista ha ido tomando relevancia en las últimas semanas en paralelo a las negociaciones entre Junts pel Sí y la CUP. Gordó fue de los pocos que le plantó cara a Mas por el acuerdo con la izquierda anticapitalista para iniciar el proceso de ruptura. Asegura que su objetivo es un soberanismo pragmático y en los círculos de Madrid gana con su cercanía.

El proyecto de refundación está sobre la mesa desde la confesión de Jordi Pujol. La pretensión inicial de Mas era devolver la centralidad al partido sin que ello suponga una renuncia al independentismo. Sin embargo y desde la unión con la CUP, las encuestas internas no arrojan luz sobre el partido. Mas sabe que necesita reforzar la estructura orgánica y modificar los procesos de elección de cargos, que una amplia mayoría ya pide primarias, en la toma de decisiones. Con el Ejecutivo solucionado, los nacionalistas deberán entenderse para que en abril se pueda contar con un partido verdaderamente cambiado.

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