Una mujer vende su casa, luego la okupa y acoge a menores marroquíes para que no la desahucien
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De propietaria a okupa y utilizando a menores, ésta es la vileza que una ciudadana belga ha llevado a cabo en Tenerife estafando a una pareja que pagó miles de euros por comprar su vivienda. Se trata de un piso con vistas al mar, ubicado en San Cristóbal de La Laguna (Tenerife), que A. R. V. decidió vender tras planear que, nada más hacerlo, iba a seguir viviendo en el inmueble como okupa. José y su mujer Rosario decidieron comprar la casa asumiendo la hipoteca de la vendedora y pagándole, además, 50.000 euros en un cheque nominativo. Tres años y medio después, mientras José y Rosario le pagan la hipoteca y todos los suministros de su vivienda, ella agota los cauces legales para no abandonar la vivienda que vendió, incluso haciéndose cargo de menores marroquíes por los que cobra una compensación económica.
José y Rosario son un humilde matrimonio canario que encontró en el verano de 2019 la casa de sus sueños. Tras hacer una tasación de la vivienda, que incrementaba en 20.000 euros el precio ofertado inicialmente en el portal inmobiliario, la propietaria accedió a vender. La pareja formalizó la compraventa ante notario, asumió la hipoteca y le pagó 50.049 euros a quien se iba a convertir en okupa. A pesar de adquirir la vivienda cumpliendo con la más estricta legalidad, tal y como ha podido acreditar con documentación este periódico, José y Rosario aún no han podido entrar a su casa.
«Ahora me quedo como okupa 10 años», les dijo a ambos con una sonrisa sarcástica el día de Nochebuena, tras haberse efectuado el proceso de compraventa de la vivienda. Inicialmente, los compradores creyeron que era una broma. Pero, lejos de serlo, la amenaza se hizo realidad y A. R. V. ha maniobrado a conciencia para blindarse en la vivienda. Para ello, ha utilizado como escudo social al menor marroquí que vive con ella y, así, no salir del piso con vistas al mar que vendió a esa familia tinerfeña.
Por si todo esto fuera poco, José y Rosario también están pagándole a su okupa los suministros de la casa, el recibo mensual de comunidad y las derramas del edificio. «Tenemos en torno a 1.700 euros de gastos, ya que tenemos que pagar nuestro alquiler más su hipoteca y gastos, llevamos tres años y medio así», asegura José en una entrevista con OKDIARIO en la que lamenta cómo esta situación ha llegado a comprometer su economía familiar. «Gracias a ayudas de terceros y a mi madre hemos podido seguir», explica José, un pequeño propietario que nada tiene que ver con los fondos buitre que utilizan como excusa muchos okupas para justificar su situación.
Embrollo judicial
La familia de Tenerife necesita su vivienda, ya que vive de alquiler en otro piso de la isla. Es por ello que José no ha dejado de luchar en los juzgados para recuperar su casa. La primera denuncia se produjo ante la justicia ordinaria en 2020, a principios de 2021 se emitió la primera sentencia y a los pocos días la okupa interpuso un recurso de apelación. Tras ello hubo que esperar más de un año para que la Audiencia Provincial desestimara el recurso y, de nuevo, la okupa apeló. Entonces, el caso fue elevado al Tribunal Supremo que falló a favor de José y Rosario ordenando que se les devolviera su casa.
Tras ello, se propuso como fecha de lanzamiento el pasado 16 de marzo, pero fue suspendida debido a la huelga de los Letrados de la Administración de Justicia. De este modo, José y Rosario están a la espera de una nueva fecha ahora que los paros de los letrados han llegado a su fin. «Esta señora tiene justicia gratuita por cobrar menos de 1.200 euros mensuales entonces reclama todo el rato y consigue que se retrase el desahucio», asegura José en una entrevista con este periódico en la que lamenta la lentitud de la justicia española.
Menores
Tras utilizar todas las vías legales posibles para no abandonar la vivienda, A. R. V. también utiliza a menores marroquíes para permanecer en la casa. Ella misma tiene un niño de seis años apadrinado que vive con ella en el piso que vendió. Tal y como aseguran los vecinos, las peleas con el menor son constantes y el tasador pudo comprobar el estado lamentable en el que se encontraba la casa en la que el niño pernocta. «Parece que tiene diógenes, la casa está destrozada, llena de cajas y basura», asegura José.
Para denunciar tal situación, José denunció ante la Fiscalía de Menores a A. R. V. OKDIARIO ha tenido acceso a este documento en el que José asegura que «el niño no tiene una alimentación correcta, pasa tiempo solo y duerme en una especie de jaula». Además, José no es el único que ha denunciado a la okupa belga por cómo tiene al menor, también los vecinos han acudido a los servicios sociales para tratar de protegerle. Es importante reseñar que la okupa recibe dinero del estado español para mantener a este menor.
Dilatando el proceso judicial hasta el extremo, utilizando a menores marroquíes y quedándose con el dinero de la pareja que le compró la casa, A. R. V. ha conseguido vivir allí sin pagar absolutamente nada. Durante más de tres años y medio, la okupa belga disfruta de un piso en primera línea de playa que pagan José y Rosario. «Es un calvario», zanja José que ha decidido luchar, sin caer en la tentación de tomarse la justicia por su mano, a pesar de llevar casi cuatro años intentando recuperar su casa.