Melilla hacina en condiciones insalubres a cientos de inmigrantes ilegales que dejan de ser menores
La ciudad autónoma se ha visto superada para atender a cientos de menores que acaban de dejar de estar tutelados
El Gobierno de Melilla ha perdido el control en lo que a acogida de menores inmigrantes ilegales no acompañados se refiere. En las últimas fechas no se ha dejado de hablar de Ceuta, pero la gestión melillense de la inmigración ilegal se ha visto agravada en las últimas fechas. Con la misma población que Ceuta pero con una superficie de apenas 12 kilómetros cuadrados, entre la pandemia y la crisis migratoria la ciudad autónoma ha destinado infraestructuras inadecuadas como la plaza de toros de la ciudad para alojar a cientos de inmigrantes ilegales que malviven en lamentables condiciones.
El cierre de las fronteras por parte de Marruecos debido a la situación de pandemia por el coronavirus puso a Ceuta y a Melilla en una situación muy complicada, y pese a que Ceuta ha acaparado todos los titulares durante el último mes debido a la crisis con Marruecos que desembocó en el asalto masivo a la valla fronteriza, la situación de Melilla es muy preocupante.
En el último año han sido cientos los inmigrantes ilegales que se han quedado literalmente atrapados en Melilla. Al principio, aparentemente contra su voluntad y como consecuencia del cerrojazo marroquí. Eso provocó que Melilla tuviera que hacerse cargo de más de medio millar de marroquíes ‘atrapados’ en la ciudad. Los centros de acogida permanentes e improvisados de la ciudad se vieron saturados y a eso se sumó que los menores no acompañados que iban cumpliendo la mayoría de edad tuvieran que abandonar los centros de menores.
Entre esos espacios habilitados para la acogida de inmigrantes ilegales el Gobierno de la ciudad autónoma decidió utilizar la plaza de toros de la ciudad. Realmente se trata de un espacio tan válido como cualquier otro si se tiene en cuenta que, en Ceuta, por ejemplo, se están usando naves industriales, o en Canarias tiendas de campaña y barracones. Así que el problema no es tanto el lugar como los recursos para mantenerlo en unas condiciones mínimas de salubridad.
Cuando en la ciudad se recibió orden expresa de que los menores de edad no acompañados no podían permanecer en recursos de protección y el centro de internamiento de inmigrantes de la ciudad se vio totalmente superado, las calles de Melilla se llenaron de inmigrantes deambulando sin control y malviviendo en zonas públicas como parques y jardines.
Una ciudad superada
Toda esta situación conllevó que Melilla tuviera que asumir gastos de manutención destinados a estos inmigrantes ilegales que superaban en mucho la capacidad económica de la ciudad, así que en cuanto el Estado de Alarma decayó Melilla comenzó a cerrar recursos, entre ellos la plaza de toros, con todo lo que ello conllevaba como la alimentación, el aseo y el mantenimiento de las condiciones higiénicas de las instalaciones.
Fue cuestión de días que las autoridades comprendieran que el cierre de esas instalaciones no era más que cambiar el problema de sitio, así que reabrieron la plaza de toros, pero, eso sí, esta vez sin dotar al espacio del apoyo que lo había mantenido en unas condiciones razonablemente buenas para albergar a decenas de personas.
El cierre fue idea de la parte del Gobierno melillense dependiente del PSOE y la reapertura del que corresponde al partido musulmán Coalición por Melilla. Es importante recalcarlo porque ahora en la ciudad autónoma se culpan los unos a los otros, y lo hacen porque lo que ha trascendido es que los inmigrantes que están allí dentro malviven entre orines, excrementos y suciedad.
Son cerca de 200 personas de las que nadie en el Ejecutivo melillense se hace responsable pese a estar ocupando una instalación bajo su responsabilidad. Para colmo los inmigrantes ilegales allí cobijados están protagonizando actos vandálicos contra otras entidades que también ocupan partes de la citada plaza de toros.
Una de ellas es una cofradía religiosa que almacena en una habitación de la plaza objetos de culto de la imagen de la virgen que veneran, atuendos religiosos y otro tipo de objetos con cierto valor tanto económico como espiritual. Esa habitación fue reventada hace pocas noches y los cofrades aseguran que lo hicieron los que duermen en la plaza de toros cada noche en busca de algo valioso para malvender.
¿Y qué hacer ahora? Pues mientras los responsables del CETI de la ciudad recuerdan que no son un albergue, la Delegación del Gobierno central culpa al Ejecutivo melillense. Por su parte el Defensor del Pueblo es incapaz de desatascar el asunto y desde el Ministerio de Migraciones tampoco hay respuesta concreta. Al final, Melilla, como le pasa a Ceuta y en menor medida a Canarias, son territorios españoles en África mucho más lejos del Estado de lo que los habitantes de la Península podemos imaginar.