Guardiola llama a la movilización para votar en el referéndum «aunque el Estado no quiera»
El exentrenador del Barça y actual técnico del Manchester City, Josep Guardiola, ha leído este domingo un manifiesto en nombre de las principales entidades independentistas, en el que ha hecho una apelación al mundo a apoyar el referéndum en Cataluña: «Pedimos a la comunidad internacional que nos ayude».
En un multitudinario acto frente al Monumento de las Cuatro Columnas en Montjuïc, en Barcelona, bajo el lema «Referéndum es democracia», el mundo independentista ha exhibido músculo en su primera demostración de fuerza después de que el presidente catalán, Carles Puigdemont, anunciara su intención de convocar un referéndum sobre la independencia de Cataluña para el próximo 1 de octubre.
El encargado de leer, en catalán, castellano y en inglés, el manifiesto de los organizadores, la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium Cultural, la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI) y la Asociación Catalana de Municipios (ACM), ha sido el exfutbolista y actual técnico Josep Guardiola.
Guardiola ha apelado a la comunidad internacional a defender el «derecho a la libertad de expresión política» y el «derecho de voto» de los catalanes frente a los «abusos» de un Estado que «no quiere» autorizar un referéndum sobre la independencia de Cataluña.
En el camino hacia el referéndum previsto para el 1 de octubre, ha recalcado Guardiola, el Govern «no estará solo», sino que «todos y cada uno de nosotros, el president lo sabe, estaremos a su lado».
«Defenderemos con todas nuestras fuerzas la democracia y a nuestros representantes», ha afirmado Guardiola, entre gritos de «Independencia» y «Votaremos».
Según el manifiesto leído por Guardiola, «la única respuesta posible» es votar para decidir el futuro político de Cataluña, «no tenemos ninguna otra salida».
«El 1 de octubre votaremos en un referéndum, aunque el Estado español no quiera», ha recalcado Guardiola, que ha recordado que desde Cataluña se ha «intentado acordar» la consulta pero la respuesta siempre ha sido no, una negativa «impropia de una democracia de la Europa del siglo XXI».