Las eléctricas alertan de un apagón a Ribera y Calviño ante la negativa de Sánchez a adoptar medidas
Las eléctricas buscan con urgencia un plan del Gobierno para evitar lo que sus avances meteorológicos y estimaciones energéticas anticipan para finales del próximo mes de enero: un apagón eléctrico por culpa de la caída de la generación eólica y fotovoltaica ocasionado por la época del año, la bajada del nivel de viento y la restricción de la entrada de gas natural motivada por el corte del gasoducto Magreb-Europa (GME). Pero los intentos, por el momento, no han dado resultado.
Las eléctricas han comunicado ya su alerta al Gobierno y, en concreto, a los departamentos de Teresa Ribera y Nadia Calviño. Las grandes eléctricas ya han avisado al Gobierno de que se avecina a finales de enero y principios de febrero una tormenta perfecta en términos energéticos. Un momento de poco viento, menos sol y fuerte frío, que puede provocar un apagón eléctrico por la incapacidad de sumar la generación de electricidad con el gas natural en plena punta de demanda. Y es que, por mucho que diga lo contrario el Gobierno, la restricción de entrada de gas natural por el conjunto de los gasoductos españoles se verá claramente mermada por el cierre del tubo del Magreb decretado por Argelia del pasado mes de octubre.
Las eléctricas han lanzado ya su alerta al Gabinete de Pedro Sánchez y a los dos ministerios afectados de forma más directa, el de Teresa Ribera (Transición Ecológica) y el de Nadia Calviño (Economía). Y a todos ellos les han comunicado que sus previsiones meteorológicas marcan un momento similar al descrito a finales de enero.
Enagás ha dejado ya constancia escrita del riesgo de un corte en el suministro de gas si hay “limitaciones en la importación del aprovisionamiento”. Y lo ha hecho justo cuando hay un corte en uno de los grandes gasoductos que riegan España procedentes de Argelia. Pero el sistema eléctrico español también necesita gas natural para sus centrales de ciclo combinado.
Esa misma entidad ha realizado ya una estimación de la restricción de entrada del gas por las interconexiones de tubo españolas de cara al invierno y contando con los problemas generados en la importación de gas desde Rusia y el corte del gasoducto de Magreb-Europa. Y el dato no es tranquilizador: una caída del 35% de la entrada de gas por gasoductos.
Las eléctricas se han sumado ya a la alerta lanzada al Ejecutivo por el evidente momento de riesgo energético que atraviesa España. La fecha clave estimada para el posible apagón eléctrico es el final de enero. Las previsiones de las compañías marcan que en esos días la punta de frío, unida a la baja producción de energía eólica y fotovoltaica, por pura cuestión meteorológica, puede provocar una tormenta perfecta y, consecuentemente, un apagón eléctrico.
Un plan de coordinación
Las eléctricas piden una salida y, sobre todo, un plan de coordinación, en caso de que se produzca. Un plan en el que se detalle si la industria, los hogares o la generación eléctrica tiene prioridad en el uso del gas. Y un mecanismo que coordine un esquema de reducción de potencia generalizada entre los consumidores para evitar los cortes de luz.
La explicación dada por las eléctricas al Gobierno detalla que el uso del ciclo combinado con gas natural rellena en estos momentos las necesidades energéticas españolas. No es la energía base ni mucho menos, pero es habitual que se necesite su producción de electricidad para colmar cerca de un 5% de la demanda.
Pero todo eso es así, en circunstancias normales del sistema eléctrico. Y con un invierno muy frío -como el que parece venir-, con un gasoducto cortado -como el que ya se ha cerrado al paso por Marruecos-, con un colapso del mercado de barcos metaneros que traen gas natural a España – como el que se está produciendo a causa de la sobredemanda-, puede romper el esquema idílico del sistema eléctrico español en estos momentos para dar paso a un apagón eléctrico. Y la fecha clave: finales de enero, principios de febrero. Por el momento, la atención prestada a las eléctricas ha sido escasa. Y, todo ello, acompañado incluso de mensajes de incredulidad.