Inmigración ilegal

Detectados nuevos grupos violentos de ex MENAS que se disputan territorios con bandas latinas

Tras la oleada de las bandas latinas poco a poco aparecen en España más 'tcharmiles', jóvenes violentos, en muchos casos ex tutelados de origen africano.

Menas.
Menas.
Alfonso Egea
  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

“Deben estar actuando por la zona del Guggenheim. Se mueven por la zona Uribarri, Zubiarte y el parque de los patos, además de en otras localidades. Entre 16 y 18 años”. Este es el extracto de una serie de datos intercambiados por Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Una de las partes intervinientes es la Policía Autónoma Vasca. Se advierte de un fenómeno que, aunque ya va siendo conocido parece que las administraciones públicas están teniendo problemas para controlar: qué sucede con los menores no acompañados, los menas, que llegan a nuestro país cuando dejan de estar institucionalizados.

Sorprende la velocidad con la que este fenómeno se está propagando en nuestro país, pero sorprende más cuando se trata de una situación que ya hemos vivido prácticamente antes de ayer con la aparición de las bandas latinas. Ahora nos toca aprender otro término del que expertos en extranjería y seguridad fronteriza vienen avisando tiempo: los Tcharmil. Estos grupos, asimilables en conducta, estética y acción delictiva a las bandas latinas tienen su origen en la inmigración ilegal, o más bien, en los perfiles delincuenciales que aprovechan la inmigración ilegal para llegar a nuestro país y que se nutren de la situación de los menas internados en centros de acogida para nutrir sus filas. Fuentes policiales confirman a OKDIARIO una información tan incómoda como inquietante: “Cuando un mena institucionalizado cumple la mayoría de edad llega un momento en el que el sistema que lo ha acogido no puede seguir haciéndolo, simplemente porque siguen llegando menores de los que ocuparse. Qué decir si los menas que cumplen 18 ya no quieren seguir teniendo ese apoyo. El problema es que esos menas que ya no lo son siguen frecuentando el centro donde han estado internos y seducen puertas afuera con lo que tratan de evitar puertas adentro”. Y así van formándose esos grupos.

La incidencia de delitos cometidos en los alrededores de centros de menores sube por ese motivo, no por que los que están acogidos quieran delinquir, sino porque los que ya han salido los reclutan para hacerlo. Es un círculo vicioso que fuentes policiales pormenorizan para este diario. “Por lo general se agrupan en clanes urbanos, podríamos considerarlos tribus al estilo latinoamericano. No hacen desprecio a otros individuos de otras religiones e incluso razas, por lo que es normal ver a marroquíes con africanos subsaharianos o con latinoamericanos, incluso con españoles”. Los problemas graves llegan cuando dos grupos muy dominantes y violentos coinciden. Y eso está ocurriendo entre los recién llegados y los grupos latinos ya establecidos

La masas obre el individuo

La situación en época de pandemia ha empeorado. Este diario ha sabido del incremento de la presencia de estos grupos en general, pero llama especialmente la atención lo que ha sucedido en las últimas fechas en Bilbao. La crisis del Covid ha reunido en nuestro país a las personas que pretendían instalarse en España, los que querían continuar a otros países y se les ha impedido y a los que no se puede retornar a los lugares de origen precisamente por el cierre de fronteras. Y salvando la mayoría de personas que pretenden vivir sin delinquir, el pequeño porcentaje restante se va acumulando en este tipo de grupos a los que hay que sumar, ojo, españoles también delincuentes ya nacidos en nuestro país, o sea, de segunda generación.

En el momento en el que el grupo sustituye al individuo la foto fija que queda encaja perfectamente con los grupos que se han detectado ya en varias ciudades españolas, la última Bilbao. El análisis policial de estas bandas es crucial para comprender la gravedad del fenómeno al que deben enfrentarse los agentes en la calle: “Cuando forman algún grupo y se sienten fuertes, amparados por la propia masa grupal no por su personalidad individual, suelen exponer sus formas naturales. Destacan el machismo exacerbado, el desprecio a la mujer tomándola como un mero objeto y el sentimiento de posesión sobre todo lo que les rodea. Suelen adoptar formas de vestir similares en todos ellos, incluso con modelos de ropa iguales a modo de uniforme. Son conocedores de la legislación española y no dudan en demostrar esos conocimientos básicos cuando son sometidos a controles policiales o detenidos. En Bilbao en particular existen localizados seis de estos grupos integrados por ex menas. Estos individuos provocan problemas de orden público, que si no se controlan acaban por derivar en otro tipo de actividades más relacionadas con el crimen organizado, tráfico de drogas y robos (con fuerza)”.

La aparición de estos nuevos grupos es de fácil detección porque no viven precisamente en la clandestinidad. Aparecen en redes sociales, se exhiben y algunos de ellos tratan de penetrar de alguna manera en la cultura urbana a través de vídeos musicales que suben a las redes. Pero incluso ahí, en la zona aparentemente inofensiva, dejan detalles dignos de atender. Uno de los grupos detectados en Bilbao protagoniza un videoclip con miles de reproducciones en Internet. Un chaval jovencísimo rapea a cara descubierta escoltado por docenas de chicos mayores que él, algunos encapuchados, otros luciendo porras extensibles. La letra no deja de ser un himno a la rebeldía, pero deja un mensaje claro: “Estamos vendiendo la nieve (se frota la nariz) … se piensan que nunca hemos visto al fiscal (en referencia a la Policía) y lo hemos visto más que a los profesores”.

Ahora puede parecer inofensivo, incluso artístico, pero ojo, no son los primeros en hacerlo. Los Latin King también rapeaban.

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