Coincidencia general: Casado se lo juega todo en el Debate

Albert Rivera
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. (Foto: EFE)

No es un veinticinco por ciento; es un treinta por ciento el contingente de españoles que aún no saben a quién votar. Ellos son las estrellas de este Debate de todos contra todos que, en opinión de los expertos mas reputados, será concluyente para el resultado de las elecciones del próximo domingo. Estos técnicos -algunos de ellos son embargo son vendedores de humo- coinciden además en que, aún teniendo este carácter decisivo la confrontación televisada, no desmentirá unos datos que parecen repetirse en todas las encuestas postelectorales. A saber; el diez por ciento de los españoles decidimos nuestro voto en esta misma semana, quizá mañana o pasado mañana, e incluso el cinco por ciento apuestan o apostamos por uno u otro partido en el momento de depositar su papeleta.

Y vamos con las previsiones. O con los temores que de todo hay. Pues parece haber una rara coincidencia entre los politólogos consultados por el cronista: el que más se juega en el Debate es Pablo Casado. Más desde luego que Rivera que, según opinión generalizada, tiene muy difícil, casi imposible, la remontada. Más que Iglesias que, por brillante (lo es) que se muestre en el cuerpo a cuerpo con cada uno de sus rivales, no parece que encuentre petróleo electoral en esta sesión ante las cámaras. Más aún que Abascal que sólo cuenta con arrancar algunos miles de votos más del tremendismo español. Casado es la figura a batir. Por la derecha porque sus dos acompañantes, que no aliados, pretenden otra vez dejarle en cueros. Casi como en abril. Por la izquierda, porque sólo él y su partido según todas las estimaciones, puede alzarse con el santo y la limosna ante el aún presidente Sánchez. Entre avión y avión y durante todo el fin de semana Casado se ha encerrado preferentemente con su jefe de Gabinete, Pablo Hispan, al que casi todo el mundo reconoce como artífice de la reconversión centrista de su jefe. Hispan viene de los brazos políticos de Rajoy, es un liberal acreditado y maneja la Historia (una dedicación insustituible para cualquier político que se precie) mejor que cualquiera de los homónimos con los que se le quiere comparar, incluso, desde luego,  el gurucillo Redondo que estos días se está poniendo con la mayor desvergüenza en el mercado por lo que pueda pasar, afirmando que “yo no vendo ideologías, vendo ideas”. O sea que sirvo para un roto y un descosido.

Con Hispan y con pocos más, también con su número dos por Madrid, Ana Pastor, Casado ha preparado su gran reválida. Se la juega y no le vale con el aprobado raso. Si el debate se juega fuerte en asuntos de economía y seguridad, Casado se moverá como pez en el agua, pero ¡atención! porque no existe un solo tonto en el PP que no se tema hoy un conejo en la chistera del todavía presidente. ¿Cuál? Lo venimos repitiendo. Estos días el ministro del Interior indicaba, ante quien quisiera oírle, que su Policía ya tenia detectada la identidad de los patrones del “Tsunami democràtic”. No hay que ser un profeta para adivinar que el Gobierno puede intentar la rentabilización de las detenciones de estos terroristas. Ese es el conejo de Sánchez, una martingala que podría descolocar a sus compañeros de pupitre en el Debate.

Con certeza de que, por lo demás, desde VOX o desde Ciudadanos, se intentará que Casado caiga en el desliz que en estas fechas le ha venido francamente mal: pregonar que si el caso lo requiere, el PP estaría dispuesto a facilitar la investidura de Sánchez. Algunos dirigentes del PP se han alborotado de rabia ante esta ocurrencia que se debe al secretario general Egea. Si el PP aparece en el Debate como muletilla de Sánchez, adiós a sus posibilidades electorales. Sólo el sábado, cuando ya se decoloró esta especie, el PP recuperó resuello en sus “tracking”, en sus seguimientos electorales, los días anteriores no fueron buenos para Casado. El Debate es su gran oportunidad; se la juega absolutamente.

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